Las Buenas Nuevas

¿QUÉ SON LAS BUENAS NUEVAS?

 El apóstol Pablo escribió: “…las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe…” (Rom. 1:16). En toda las Escrituras Cristianas vamos a encontrar una coherencia textual con relación a las buenas nuevas, la fe y la salvación. Al primero que le fueron declaradas las buenas nuevas fue Abrahán, y fue como resultado de su fe. En Gálatas 3:8 leemos: “Ahora bien, la Escritura, viendo por anticipado que Dios declararía justa a gente de las naciones debido a fe, declaró las buenas nuevas de antemano a Abrahán, a saber: “Por medio de ti todas las naciones serán bendecidas” (Gén.15:6; 22:18; Heb. 11:17).
Esta profecía se cumplió cuando Jesucristo apareció en la Tierra como la descendencia prometida de Abrahán. Él fue el centro o la parte esencial de las buenas nuevas, como puede verse en sus palabras escritas en Juan 3:16 que dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. Aunque Dios siempre había mostrado amor por la humanidad, proveyendo sol y lluvia tan necesaria para la vida (Mat.5:45; Hech.14:16,17), ahora la humanidad comenzaría recibir las buenas noticias de que a través de su Hijo, todos los que ejercieran fe en él podían vivir eternamente.
El propio Jesús comenzó a anunciar estas buenas nuevas diciendo: “El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas” (Mar. 1:15). El reino de Dios se había acercado en el sentido que el Mesías prometido y futuro rey del reino de Dios estaba presente entre ellos (Dan. 9:25; Juan 1:41). Más tarde envió a sus discípulos a proclamar las mismas buenas nuevas entre los judíos (Mat. 10:5-7; Luc.10:1-12). Después de ascender a los cielos y sentarse como rey en el trono con su Padre, el espíritu santo fue derramado sobre sus discípulos para que anunciaran las buenas nuevas acerca de Jesucristo (Hech. 1:8; 5:42; 8:35; 2 Cor. 10:14). Sea que estas sean llamadas las buenas nuevas de Dios, las buenas nuevas del reino, las buenas nuevas de Jesucristo, las buenas nuevas de la bondad inmerecida de Dios, las buenas nuevas de la paz o las buenas nuevas eternas, todas las expresiones se refieren a las únicas buenas nuevas de salvación a través de nuestro Señor.
Básicamente, las buenas nuevas abarcan las enseñanzas que personalmente Jesús transmitió a otros, las cuales se encuentran en los evangelios. También incluye las que fueron entregadas por revelación a los apóstoles y a Santiago y Judas. (Gál. 1:12; Apo. 1:1). Las buenas nuevas expresan el amor de Dios y Cristo hacia la humanidad (Juan 3:16; 15:13; Rom. 5:5, 8; Efe. 2:4, 5; 1 Juan 4:10). Comunica la clase de amor que cada cristiano debe sentir a Dios, al prójimo y a la comunidad de hermanos en Cristo  (Mat. 22:37-40; Juan 13:35). Nos ordena que debemos amar tanto a amigos como enemigos como lo hace nuestro Padre Celestial. (Mat. 5:43-48; Luc. 6:27, 28; Rom. 12:17-20; 1 Tes. 5:15). Cuando una religión nos enseña que el amor depende de condiciones, y nos obliga a despreciar a los que abandonan nuestra fe sin importar que sean nuestros padres, hijos, abuelos, hermanos y amigos, estamos desobedeciendo las palabras de Jesús citadas en Mat. 5:43-48 y 22:39 citadas antes, y por tal acción estamos rechazando las buenas nuevas de Dios.
Sin percatarnos de lo que realmente nos está sucediendo, a través de las publicaciones de la Watchtower nos inculcan un sentimiento de superioridad sobre todos los que no son testigos de Jehová. Se nos enseña que necesitamos mantenernos separados del mundo, es decir del resto de la humanidad. Nos hacen creer que somos los únicos que tenemos el favor y la protección divina, que solo nosotros conocemos y vivimos la “verdad” y como resultado solo nosotros seremos salvados.   Basados no en las buenas nuevas de Cristo, sino en las palabras del salmista en el Salmo 139:21,22 nos exigen que odiemos y sintamos asco por todos aquellos de nuestros hermanos que descubren que las enseñanzas y normas de la Watchtower no son bíblicas.  (Atalaya 1/10/93 pág. 19 párr. 15)  Nos hacen sentirnos culpables de pecado por solo decir un ¡hola! a estos que se fueron y a los que fueron expulsados de la congregación. Nos inyectan miedo de ser excluidos de las personas amadas si desobedecemos las normas establecidas por hombres. Tristemente hemos sido esclavizados a estos hombres pero nos creemos libres. Llegamos a ser como aquellos cristianos del primer siglo que fueron esclavizados por falsos apóstoles y maestros. A estos cristianos Pablo les escribió: “Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres”. (1 Cor. 7:23) ¿Qué los llevó a llegar a ser esclavos después de haber sido libres en Cristo? Porque prestaron atención a unas buenas nuevas pervertidas.

OTRAS BUENAS NUEVAS

Ya en el tiempo de Pablo, había algunos cristianos que estaban pervirtiendo las buenas nuevas. Por ejemplo, él escribió a los gálatas: “Me maravillo de que tan pronto se les remueva de Aquel que los llamó con la bondad inmerecida de Cristo [y se les pase] a otra clase de buenas nuevas. 7 Pero no son otras; solo que hay algunos que les están causando dificultades y que quieren pervertir las buenas nuevas acerca del Cristo. 8 Sin embargo, aunque nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo [que fuera] más allá de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito. 9 Como hemos dicho más arriba, también vuelvo a decirlo ahora: Sea quien sea que les esté declarando como buenas nuevas algo más allá de lo que aceptaron, sea maldito”. (Gál. 1:6-9)
Algunos cristianos judíos procedentes de Judea se pusieron a enseñar a los cristianos gentiles que a menos que se circuncidaran conforme a la costumbre de Moisés, no podían ser salvados (Hech. 15:1). Evidentemente estos judaizantes no estaban contentos en la forma en que Pablo invitaba libremente a los gentiles a aceptar las buenas nuevas de Dios con solo creer en Cristo. Mientras Pablo les decía que los cristianos son justificados por fe en Cristo y no por ley, ellos enseñaban lo contrario y los confundieron. Posiblemente persuadieron a sus hermanos gentiles diciéndoles que venían bajo instrucción de los apóstoles en Jerusalén (Hech. 15:24). Pablo se ve en la necesidad de explicarles que las buenas nuevas predicadas por él es de origen divino, por lo que no contiene interpretaciones o modificaciones humanas, sino que les fueron reveladas por Jesucristo (Gál 1:11,12).
El Apóstol no consideraba estos judaizantes como simplemente cristianos errados, sino peligrosos falsos maestros. Su propósito era tan destructivo que Pablo se vio obligado a pronunciar palabras de maldición sobre ellos. Hay que tener presente, que echar una maldición sobre cualquiera que predicara un evangelio diferente del que los gálatas habían recibido, implicaba una maldición de parte de Dios (Gén. 3:14; Deu. 27:15-26; 28:16-19; 1 Cor. 16:22). Pero no fue solamente la congregación de Galacia la que fue corrompida. También en la congregación de Corinto se habían introducidos falsos hermanos disfrazados como apóstoles de Cristo, estos amenazaban con corromper a la congregación con doctrinas extrañas. En vista de esta situación Pablo les escribió lo siguiente: “Porque, como están las cosas, si alguien viene y predica a un Jesús que no sea el que nosotros predicamos, o si ustedes reciben un espíritu que no sea el que recibieron, o buenas nuevas que no sean las que aceptaron, con facilidad [lo] soportan” (2 Corintios 11:4).
Pero situaciones similares en mayor escala puede verse hoy en las enseñanzas de todas las religiones llamadas cristianas. Dentro de ellas hay personas devotas que son seducidas por muchos falsos maestros que han salido al mundo para corromper las buenas nuevas como menciona 1 Juan 4:1. Estos se autoproclaman profetas o presumen ser el conducto de Dios como es el caso del llamado “esclavo fiel y discreto”. Yo fui de esas personas devotas que puse toda mi confianza en cada una de las enseñanzas que venían de este “esclavo fiel”.  Como testigo de Jehová por más de 60 años me entregué totalmente a diseminar tales doctrinas. Ahora, al examinar las Escrituras y compararlas, puedo ver que la gran mayoría de estas doctrinas son una perversión de las verdaderas buenas nuevas.
Mencionaré solo dos o tres ejemplos breves de esta perversión, ya que en este blog se examinan a la luz de la Biblia varias de las doctrinas principales de los testigos de Jehová. Un ejemplo que puede ser comprobado con la Biblia y las propias publicaciones de la Watchtower es sobre el dios que aparecen en ellas. Enseñan sobre un dios que es parcial y exclusivista, uno que tiene obsesión y preferencia con un pequeño grupo de personas que se hacen llamar los ungidos. Por ejemplo, solo por mencionar algunas de las exclusivas bendiciones de este dios para este grupito. Proclaman que el Nuevo Testamento fue escrito mayormente para ellos (Atalaya 1/11/74 pág. 664 párr. 8). Solo ellos son hijos de Dios (Atalaya 15/1/15 págs. 16-17 párr. 16). Solo para ellos Cristo es mediador (Atalaya 1/4/80 pág. 32). Ese dios también tiene obstinación en destruir masivamente a todos los habitantes de la tierra con la excepción de los testigos de Jehová (Atalaya 03 15/12/03 págs. 18-19 párr. 20).
En cambio, el Dios que se describe en las buenas nuevas de Cristo no tiene favoritismos, basta que cualquiera en todo el mundo lo obedezca y practique la justicia para que él lo acepte. La Biblia al día dice en Hechos 10:34,35 “Pedro tomó la palabra, y dijo: Ahora comprendo que en realidad Dios no tiene favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia”. El apóstol Pablo confirma que entre los cristianos no hay un grupo superior a otro, ni tienen una esperanza diferente. Él dijo: “Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados [para formar] un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres, y a todos se nos hizo beber un solo espíritu” (1 Cor. 12:13). “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una [persona] en unión con Cristo Jesús” (Gál. 3:28). Y en Efesios 4:4, 5 él escribió: “Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; 5 un Señor, una fe, un bautismo”.
De igual manera la Biblia no indica que Dios tenga la intención de aniquilar al género humano en una batalla. Contrariamente 2 Pedro 3:9 dice que él “no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”. Vea también Rom. 2:4. Sabemos por lo que dijo Jesús en Juan 3:36 que no todos obtendrán la salvación. Él dijo: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”.
Otro hecho cuestionable de la Watchtower con relación a las buenas nuevas, es que en sus publicaciones sobresale por encima de la fe y el amor la predicación. No es que se esté cuestionando de manera alguna la importancia de esta actividad, sino el motivo por la que lo hacen la mayoría de los testigos de Jehová. ¿Puede una persona llegar a ser testigo de Jehová solo con ejercer fe en Cristo, como fue el caso del carcelero de Pablo? Cuando este hombre preguntó a Pablo y a Silas: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”. La respuesta no fue que tenía que ser un publicador de las buenas nuevas, como es el caso entre los testigos de Jehová. Más bien le dijeron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa” (Hech. 16:22-34). Mientras que las verdaderas buenas nuevas enfatizan la fe y el amor, la Watchtower lo hace con las obras (horas) de la predicación y otros “privilegios” de servicio.
Tengo una anécdota personar donde pude experimentar la realidad de la prominencia de las obras sobre la fe y el amor en los testigos de Jehová. Hasta los 13 años de edad yo fui un publicador muy activo en la predicación, la razón era que desde mi casa, en un pueblito rural había salida todos los sábados, por lo regular predicábamos desde las 10 de la mañana hasta 3 o 4 de la tarde.  Pero para ese tiempo, la congregación de doce publicadores se redujo a siete, y la congregación fue eliminada y nos pasaron a otra que estaba muy distante de mi casa. Ahora las salidas a la predicación desde mi casa se redujeron a un domingo al mes donde predicábamos un máximo de dos horas. Después de cumplir 14 años de edad me fui a vivir a una ciudad grande con mi madre y hermanastros que no eran testigos de Jehová. Yo llevaba mi tarjeta de publicador conmigo. En esta ciudad apenas conocía a una testigo que era la suegra de mi hermano mayor. Ella y yo fuimos a entregar mi tarjeta al siervo de congregación donde ella asistía, él después de examinarla se la devolvió alegando que no podía aceptarme porque bajaría el promedio de la congregación. Terminamos yendo a los otros dos siervos de congregación del área con la misma actitud, ningunos de los tres me aceptaba en “su congregación” porque mis “obras” no cumplía con sus normas humanas. Sobre mi fe y amor por Dios no vino a colación ni una sola vez.  Lo que justificaba la actitud de estos hombres, es que para aquel tiempo, se usaba una pizarra en la plataforma de cada salón a la que llamaban el “cuadro comparativo”. La pizarra contenía los doce meses del año con los promedios de cada mes de la actividad de la congregación. Un promedio de 10 horas reflejaba una congregación saludable y mis dos horas de promedio en la tarjeta era como un virus que la podía infestar. No hay duda que esta actitud general mostraba cuanto se habían alejado del espíritu de las buenas nuevas.
Las buenas nuevas nos enseñan que ejercer fe en Cristo, debe ser una decisión que se tome individual y voluntariamente como resultado de creer en él. Esta fe unida al amor es la que debe motivar a cada cristiano a decidir libremente y por convicción personal, cómo, dónde y en qué medida desea envolverse en la predicación de ellas. De acuerdo a las buenas nuevas, la fe tiene que estar primero en la persona, las buenas obras incluyendo la predicación viene después como resultado del amor. El deseo de ayudar a otros a conocer a Cristo debe venir espontáneamente del corazón, debe ser motivado por el amor y la compasión no por obligación. ¿Es esta la razón que motiva a los testigos de Jehová a participar en la predicación? Sabemos que no, porque la predicación es una actividad obligatoria para todo el que quiere ser testigo de Jehová o quiere mantenerse como tal. Pocos testigos de Jehová saben que el originador de la predicación obligatoria fue el tercer presidente de la Watchtower Joseph Rutherford. En 1922 él cambió la predicación verbal por la del mensaje impreso. Cuatro años después, también hizo obligatoria la predicación de casa en casa los domingos. ¿Aceptaron todos sus miembros estas nuevas medidas como la manera bíblica de predicar las buenas nuevas de Cristo? La realidad fue que hubo mucha oposición a estas normas, el mensaje impreso lo consideraron como una venta de libros.  Y la predicación de casa en casa los domingos recibió el rechazo de la mayoría de los miembros en las congregaciones. La historia, aunque parcializada en el libro Proclamadores reconoce que hubo congregaciones en algunos países que se quedaron con la mitad de sus miembros. Pero posiblemente hubo muchas congregaciones como la de Dublín, Irlanda que de cien miembros solo quedaron cuatro. (Proclamadores cap. 28 pág. 638)
La salvación es un regalo de Dios. Pablo lo explica en Efesios 2:8, 9 cuando dice: “Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios. No, no es debido a obras, a fin de que nadie tenga base para jactarse”. Un regalo es algo que se entrega sin pedir nada a cambio. Por lo que llegamos a ser cristianos mediante la bondad inmerecida de Dios y no como el resultado de obras de nuestra parte. Sin embargo, como gratitud, nos esforzamos por ayudar amorosamente a que otros obtengan esta provisión divina. Tristemente todas las religiones han comercializado con las buenas nuevas de salvación, la Watchtower lo ha estado haciendo desde su comienzo. El apóstol Juan exhortó lo siguiente en 1 Juan 4:1: “Queridos hermanos, no crean ustedes a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino pónganlos a prueba, a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no. Porque el mundo está lleno de falsos profetas”. (Dios habla hoy 1996)
Cuando los testigos de Jehová, de manera individual comprendan que esta exhortación también los incluye a ellos, y examinen sus enseñanzas a la luz de la Biblia, entonces conocerán la verdad que los libertará (Juan 8:32), las genuinas buenas nuevas de nuestro Señor Jesucristo.  Las buenas nuevas que fueron registradas por los escritores inspirados en la Biblia, y nadie, ni ángel, ni hombre, tiene el derecho de cambiarla para entregar un mensaje diferente o adicional al ya dado, al que Pablo llama “las buenas nuevas acerca del Cristo”. Estas no necesitan ajustes, ni modernización, ni puesta al día por hombres no inspirados de nuestro tiempo. Son las buenas nuevas que cualquier persona puede encontrar en la Biblia, sin estar subordinada a que se las comunique alguna publicación del día moderno, no es algo que sea incomprensible sin la ayuda de tales publicaciones. No se trata de un “mensaje especial” que se desarrolló después de los apóstoles y que tiene el efecto de hacer que la Biblia por sí misma sea insuficiente.
Si queremos adorar a Dios con espíritu y verdad como le mencionó Jesús a la samaritana que vendría el tiempo en que esta sería la única manera de adorar a Dios (Juan 4:24). No podemos permitir que sean otros los que nos hagan creer esto o aquello haciéndose dueños de nuestra fe y conciencia, quitándonos de esa manera nuestra libertad en Cristo (Gál 5:1). Pablo dijo en 2 Corintios 3:17 (LBLA): “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad”. Debemos usar esa libertad para llegar a nuestras propias conclusiones. Así lo aconseja la Palabra de Dios: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Rom. 12:2). 1 Corintios 7:23 nos dice: “Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres”. El que nos compró fue Cristo y no algún humano. Aunque hoy la mayoría de las personas se siente orgullosa de apoyar a su religión, sin importar lo que ésta hace, lo que enseña o hacia a donde los lleva, esta actitud no tiene el apoyo de las Escrituras.

La expulsión: su contexto histórico y bíblico.

La excomunión es la expulsión, permanente o temporal, de una persona de una confesión religiosa. En la iglesia católica, durante el período de la excomunión, el afectado sigue formando parte de la comunidad, pero en los casos más severos, pierde la facultad de concurrir al culto normalmente, y de tomar parte en las ceremonias religiosas. En otras iglesias cristianas, las normas para la excomunión o el trato con los excomulgados pueden variar. Hay que aclarar que aquí no se está cuestionando el derecho que pueda tener una confesión religiosa de expulsar o sacar del grupo a los que violan sus normas. Más bien se quiere mostrar que la Biblia no contiene ninguna estructura judicial, ni disposiciones reglamentarias crueles e inhumanas como medida de represión para la expulsión de la congregación cristiana.

EN LA IGLESIA CATÓLICA

Una explicación breve del comienzo de la práctica de la expulsión o excomunión nos lleva al siglo III, cuando en el concilio de Elvira, en el año 306 se tomó las palabras del apóstol Pablo de pronunciar malditos o anatemas a todo cristiano que sostuviera doctrinas contrarias a las enseñadas por la iglesia. (Gálatas 1:8, 9; 1 Corintios 16:22) En esos comienzos los papas y obispos negaban la comunión a quienes mostrasen determinadas conductas inmorales.

Pero el término mismo de “excomunión” aparece por primera vez en el siglo IV. Ciertos pecados particularmente graves eran sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impedía que el pecador recibiera los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos, y cuya absolución sólo podía ser concedida, según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el Obispo del lugar, o por sacerdotes autorizados por ellos. Posteriormente, sobre todo en la lucha contra las herejías, la excomunión acabó perfilándose como el arma definitiva para retirar a las malas hierbas del cuerpo sano de la Iglesia.

Durante la Edad Media y buena parte de la Moderna, la realidad social y la realidad religiosa estuvieron tan íntimamente enlazada que configuraban en la práctica un único mundo. Los delitos penales se miraban en el espejo de los pecados, siendo muy a menudo la misma cosa. Por lo tanto, excomulgar a alguien no solamente suponía un grave castigo espiritual, sino la destrucción civil del excomulgado. Al expulsar a alguien de la Iglesia, simultáneamente, se le estaba expulsando de la sociedad, convirtiéndose en un grave “destierro” para el excomulgado. Para cumplir con ese objetivo, se hizo costumbre que se hiciera una lista de los excomulgados y su causa. Esta se ponía en un lugar bien visible para que todos los vecinos estuvieran al corriente de quiénes eran los penados y actuaran con ellos como correspondía.
  
En el primer concilio de Lyon (1245) Inocencio IV describió la naturaleza de la excomunión como una pena medicinal en lugar de vengativa, pues está destinada no tanto a castigar al culpable, sino a corregirlo y a traerlo de nuevo a la senda de la rectitud. La ley de entonces distinguía entre una excomunión mayor, que separaba de la Iglesia, y una menor, que sólo excluía de los sacramentos. Desde la Edad media estaba prohibido todo intercambio religioso, e incluso profano, con una persona excomulgada, so pena de incurrir en la misma excomunión. Con el tiempo esta cuestión se aclaró, de modo que sólo ciertas clases de excomulgados habían de ser evitados. 

El Concilio de Toledo de 1536 dejaba bien a las claras el sentido de este escarnio cuando advirtió que, del mismo modo que “la oveja enferma infecta las otras si no es apartada de su conversación, así los excomulgados traen daño a los fieles cristianos si de su conversación no son apartados”. De este modo, las autoridades eclesiásticas esperaban que esta exposición hiciera recapacitar a los penados y “con mayor diligencia buscaran el remedio de su absolución”.

De acuerdo a la iglesia, es el pecador, y no ella, quien rompe la comunión. La Iglesia, como madre y maestra, debe advertir sobre la seriedad de los males mortales para el alma y las consecuencias, con el propósito de atraer al pecador al arrepentimiento y el retorno a la comunión. Pero si este se obstina en el pecado, la excomunión le sirve para entender claramente su situación. En casos de pecado grave y público, la Iglesia tiene además la obligación de proteger a sus fieles del escándalo que ocurre cuando se aparenta que el pecado grave es compatible con la práctica de la fe. El arrepentimiento hace posible la absolución de la excomunión.

EN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

En la presidencia de Charles Taze Russell, la expulsión no se practicaba como lo hacen los testigos de Jehová hoy día. Russell creía y enseñaba que todos los cristianos en general sin importar en la religión que estuviera debían evitar a aquellos que dejaran de ser fieles al Señor. En Zion's Watch Tower and Herald of Christ's Presence december 1882 p.423 (La Atalaya en español) bajo el tema “Un deber desagradable”, dice: "No somos de aquellos que expulsan a hermanos cristianos por unas diferencias de opinión, pero cuando se llega al punto de negar la mismísima fundación de todo el cristianismo debemos de levantar nuestras voces y enfrentarnos de cara a cara con todos aquellos que lo hacen, puesto que ellos se vuelven los enemigos de la cruz del Cristo." 

Para ese tiempo no existía un tribunal eclesiástico o comité judicial para juzgar los pecados de algún miembro de la congregación. Cualquier pecado grave era discutido por la entera congregación. Cada uno debía tomar una decisión personal y debía llegarse a una decisión casi unánime de expulsar. Este procedimiento se delinea bajo el tema: “Disciplina en la Iglesia” que salió en Studies Series VI - The New Creation (1904) pp.289, 290 (Estudios en las Escrituras Serie VI - La Nueva Creación). En parte dice lo siguiente: “La administración de la disciplina no es función de solo los ancianos, sino de toda la Iglesia …Si el reprobado no logra librarse y continúa en el error, o pecado, entonces dos o tres hermanos sin prejuicio anterior se le debe pedir escuchar el asunto y asesorar a los litigantes. (Pueden ser ancianos o no, pero su liderazgo no agregaría fuerza o autoridad en el caso, excepto porque su juicio podría ser más maduro y su influencia más potente). Si este comité decide por unanimidad con cualquiera de las partes, el otro debe consentir y el asunto debe ser enteramente corregido, en la medida posible y de inmediato. Si cualquiera de los disputadores originales aún persiste en el curso incorrecto, el que hizo el cargo o uno de los convocados en el comité o, preferiblemente, todos estos juntos, pueden ejercer (pero no antes) su privilegio de llevar el asunto ante la Iglesia. Por lo tanto, es evidente que los ancianos no eran, en ningún sentido, jueces de los miembros — la audiencia y el juicio se dejaban al cuerpo o Iglesia local” …De hecho, incluso si el transgresor se niega a escuchar (obedecer) la decisión de toda la Iglesia, no se debe castigar ni siquiera intentar castigar. ¿Entonces qué? Simplemente la Iglesia debe retirar de él su compañerismo y cualquier signo o manifestación de hermandad. A partir de entonces, el delincuente debe ser tratado "como un hombre pagano y un publicano". Mat. 18:17”.

Es interesante notar en las publicaciones de Russell y Rutherford sus coincidencias con respecto a la práctica de la expulsión. Ellos consideraban que el forzar a los miembros de la iglesia a pensar igual en cuanto a doctrinas y restringir la búsqueda de la verdad de manera individual fue lo que causó la gran apostasía. Por ejemplo, Russell escribió en Zion's Watch Tower and Herald of Christ's Presence april 1887 p.923 (La Atalaya en español): "En vez de eso, tal como la iglesia de Roma sus ["líderes religiosos de hoy"] ejercen su influencia para restringir la investigación dentro de los límites sectarios. Con la amenaza insinuada de la excomunicación, les urgen a sus ministros y a sus estudiantes a que no busquen continuamente la verdad, sino que acepten la voz de su secta como infalible." 

Por su parte Rutherford escribió lo siguiente: "El gran adversario es astuto, y a todo momento es rápido para apelar a la pasión. Persuade a algunos a que tomen un punto de vista radical en contra de algún trabajo o alguna actividad seglar, y a proceder de inmediato a expulsar a aquellos que no pueden en buena conciencia pensar de la misma manera. De alguna manera ellos parecen pensar que su postura radical les da el derecho al favor divino y bendición. Su actitud los lleva a violar principios de varias maneras: (1) Al juzgar y al condenar a aquellos que no ven todo de la misma manera que ellos, y (2) por rehusarse a reunirse y tener amistad con aquellos que todavía creen en el rescate, la restitución, el llamado a lo alto… Esta clase parece estar afligida con una especie de orgullo espiritual y de alguna manera imaginar que son superiores a los demás.The Watch Tower and Herald of Christ's Presence February 1 1919 p.38-40 (La Atalaya en español).

Además, en The Watch Tower and Herald of Christ's Presence march 1, 1919 p.69) (La Atalaya en español) él mencionó la actitud que debe ser mostrada al expulsado: "De acuerdo a este texto (Mateo 18:15-17) lo mucho que podría hacer la iglesia sería que, después de haber intentado en vano hacer que el hermano se arrepintiera y se reformara, debería de remover la comunión especial de hermandad hasta aquel tiempo en el que él exprese deseo desde ese momento de hacer lo que es correcto. Entonces sería recibido de nuevo a la comunión entera. Mientras tanto el hermano podría ser meramente tratado en la manera cordial, amable en el que sería apropiado que tratemos a cualquier publicano o gentil, sin darle los derechos especiales o privilegios u oportunidades de votar que pertenecen a la iglesia como una clase separada del mundo." 

"La organización de Satanás navega bajo el nombre altisonante de "Cristiandad". Se jacta de tener más de 500,000,000 de miembros. Sus miembros están atados a credos, costumbres, ritos, y ceremonias; no se atreven a dejar, criticar, o denunciar estas cosas. Hacer eso traería sobre sus cabezas burlas, reproches, excomunicación, y persecución. Muchos millares del pueblo del Señor están atrapados en estas denominaciones como prisioneros, con miedo de expresar su desacuerdo con los credos, métodos, y costumbres de la organización." The Watch Tower and Herald of Christ's Presence October 1, 1930 p.301 (La Atalaya en español)

Todo parece indicar, que bajo este concepto de la expulsión en el seno de la Iglesia Católica, La Watchtower escribió un artículo condenando dicha práctica. Este apareció primero en inglés en Awake! Jan 8, 1947 Page 27 (¡Are You Also Excommunicate)! Más tarde fue publicado en español en ¡Despertad! del 8 de enero de 1949 página 27 ¿Está usted también excomulgado? En parte dice lo siguiente:

“Si usted es uno de los 138.000.000 millones de personas en el mundo que nacieron y fueron criados “protestantes”, entonces usted ya está excomulgado por la Jerarquía Católica Romana, siendo maldito junto con el Diablo y sus ángeles…
Esta es “ley canónica”, la cual la Jerarquía Católica Romana busca imponer usando el pretexto de que es la ley de Dios. La autoridad para poder excomulgar, dice ellos, se basa en las enseñanzas de Cristo y los apóstoles, tal como se encuentran en los siguientes textos: Mateo 18:15-19; 1 Corintios 5:3-5; 16:22; Gálatas 1:8, 9; 1 Timoteo 1:20; Tito 3:10. Pero la excomulgación de la Jerarquía, como castigo y remedio “medicinal” [Enciclopedia Católica] no tiene soporte en estos textos. De hecho, es completamente foránea a las enseñanzas bíblicas. Hebreos 10:26-31.
¿Dónde pues comenzó esta práctica? La Enciclopedia Británica dice que la excomulgación por el papa tiene influencias paganas, y “sus variaciones no se pueden explicar adecuadamente a menos que se tomen en cuenta varios análogos no cristianos de la excomulgación.” Los griegos supersticiosos creían que cuando la persona excomulgada moría, el Diablo entraba al cuerpo, y entonces, “para prevenirlo”, los parientes del muerto cortaban su cuerpo en pedazos y lo hervían en vino. Incluso los Druidas tenían un método de expulsar a aquellos que perdían fe en sus supersticiones religiosas. No fue sino hasta después del catolicismo haya adoptado las practicas paganas en el A.D. 325, que este nuevo capítulo en la excomulgación religiosa se escribió.
Más tarde cuando las pretensiones de la Jerarquía incrementaron, el arma de la excomulgación se hizo el instrumento por medio del cual el clero obtuvo una combinación de poder eclesiástico y tiranía seglar que no tiene paralelo en la historia. Los príncipes y potentados que se opusieron a los dictados del vaticano se les clavaba en las púas de la excomulgación y se les colgaba sobre los fuegos de la persecución”.

No es cuestionable la veracidad de que la expulsión fue usada por la Iglesia Católica de la manera descrita en esta Atalaya. Pero si es discutible que solo 3 años más tarde, en 1952 la práctica de la expulsión de la Jerarquía Católica Romana fue instaurada en la organización de los testigos de Jehová. Esta fue explicada en dos artículos publicados en La Atalaya en inglés del 1 de marzo de 1953 págs. 131-151, estos fueron: Manteniendo limpia la organización y ¿Es apropiado expulsar? Con el tiempo se fueron alejando cada vez más de los procedimientos usados por Russell y Rutherford y acercándose hasta sobrepasar a la iglesia católica. Se fueron añadiendo elementos punitivos antibíblicos a la expulsión, que han llegado hacer más crueles que los de la misma iglesia católica en la edad media.

En el mismo año que se publicó en español el tema de condena de la expulsión de la iglesia católica, hicieron un cambio radical en los procedimientos de la expulsión. Desde ese momento los casos de pecado no serían juzgados por la entera congregación sino por sus miembros representativos. El libro Counsel on theocratic organization for Jehovah’s witnesses 1949 p.57 (Consejos para la Organización Teocrática para los Testigos de Jehová) dice: “Si un individuo en la compañía [congregación] persiste en hacer maldad y no actúa de acuerdo a las Escrituras como debería de hacerlo un buen cristiano, entonces los miembros representativos de la congregación que son siervos en la compañía, los maduros o los espiritualmente calificados, pueden decidir qué camino se debe de tomar. (Mat. 18:15-18) La admonición bíblica es que no se tenga nada que ver con malhechores que buscan causar divisiones. (Rom. 16:17; Tito 3:10,11) Los hermanos maduros de responsabilidad avisarán a la congregación, expulsando al malhechor. (1Cor. 5: 11-13) Más tarde si se muestra arrepentimiento genuino por el ofensor, los hermanos responsables lo pueden recibir de vuelta en medio de ellos, e informar a la congregación." 

No hay duda que fue un cambio diametralmente opuesto a los procedimientos y enseñanzas anteriores. Por lo que no se puede menos que preguntar: ¿Por qué los testigos de Jehová pusieron en práctica una medida que solo tres años atrás fue considerada como pagana y antibíblica?, ¿por qué proclamaron que los textos bíblicos usados como autoridad por la Jerarquía Católica para expulsar no tenían soporte en la Biblia, y desde entonces sirven de base a los testigos de Jehová para tal práctica?, ¿cómo pueden explicar que para  la Jerarquía Católica la expulsión era un medio de poder y tiranía sin paralelo en la historia, pero para los testigos de Jehová es una muestra de amor y disciplina de Dios? ¿Dónde se encuentra la base bíblica para formar comités judiciales? Por último, ¿en qué pasajes de las Escrituras Cristianas basan su coerción o presión y el ostracismo de la persona expulsada?  Sin duda alguna, algo anda muy mal con el manejo de la expulsión por los testigos de Jehová como veremos a continuación.

EL CONTEXTO BÍBLICO

El pueblo de Israel como cualquier nación de hoy día contaba con lo que se pudiera llamar una constitución, llamada la Ley de Moisés. Aunque existía la pena de muerte, la ley no disponía de ningún arreglo legal para expulsar a los que la violaran. No fue hasta más tarde que los judíos incluyeron la expulsión de las sinagogas con el objetivo de condicionar el comportamiento de sus miembros. El termino griego para expulsado es apeláthike, algunos de sus significados son: “separado, excluido de, echado de”, en este caso, fuera de la sinagoga.

Los judíos tenían un sistema de rechazo de tres etapas de castigo hasta llegar a apeláthike, expulsado de la sinagoga. La primera era una amonestación por un período de siete a treinta días. La segunda consistía en no permitirle al expulsado durante 30 días participación alguna en las reuniones. Además, los demás debían guardar una distancia de cuatro codos de él. Por último, si ninguno de los métodos anteriores lograba resultados, se anunciaba la expulsión total de la sinagoga. Ser expulsado de la sinagoga, significaba un castigo donde se cortaba todas las relaciones religiosas (con sus bendiciones y promesas), como también las relaciones sociales y se limitaba las económicas con el resto de los judíos. El expulsado era inexistente, moría para la comunidad judía.

En este entorno es que aparece en tres ocasiones el término expulsión en el Nuevo Testamento. En todos los casos, aparece relacionado con la práctica de los judíos de expulsar a sus miembros de la sinagoga por creer en Cristo. (Juan 9:22; 12:42; 16:2) En el caso de los testigos de Jehová, la práctica de la expulsión la toman principalmente de tres pasajes bíblicos. Estos son Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5:11-13 y 2 Juan 9-11. Le daremos consideración a cada uno dentro de su contexto.

Mateo 18:15-17 “Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. 17 Si no los escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”.

La Watchtower interpreta este pasaje de la siguiente manera: Jesús ya aludió a esta estructura bien organizada cuando dijo lo que leemos en Mateo 18:15-17. En este pasaje se expone que a veces podían surgir disputas entre dos siervos de Dios porque uno pecara contra el otro. La parte ofendida tenía entonces que hablar con su hermano en privado y “poner al descubierto su falta”. Si con esta medida no se zanjaba la cuestión, podía llamar a una o dos personas que conocieran los hechos para que ayudaran a razonar al ofensor. Pero ¿y si, a pesar de todo, no se resolvía el problema? Jesús dijo: “Si no los escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”. Cuando Jesús pronunció estas palabras, los judíos aún constituían “la congregación de Dios”, de modo que en principio se refería a ellos. Pero, posteriormente, las instrucciones de Jesús serían aplicables a la congregación cristiana. Este es otro indicativo de que el pueblo de Dios tendría congregaciones organizadas para dar fortaleza y guía a cada uno de sus miembros”. (Atalaya 15/4/2007 pág. 27 párr. 10)
En la Despertad 22/4/1981 pág. 23 menciona lo siguiente: “La congregación está representada por su cuerpo de ancianos. Y en este caso, la congregación está representada por un comité judicial que ha sido nombrado por el cuerpo de ancianos o por otra autoridad apropiada”.

¿Podemos concluir que eso fue exactamente lo que quiso decir nuestro Señor? Una manera de saberlo es investigar en los evangelios cómo Jesús trató con los gentiles y recaudadores de impuestos, así como analizar las razones que lo llevó a pronunciar estas palabras. El registro bíblico parece indicar que él no rehuyó como lo hacían los judíos la compañía de los gentiles y recaudadores de impuestos. Por ejemplo, llama la atención que fue a Mateo, un recaudador de impuestos el primero que fue escogido como su discípulo. Más tarde en casa de este compartió de un banquete con una gran muchedumbre de recaudadores de impuestos. En otra ocasión le pidió a Zaqueo, el principal recaudador de impuestos de Jericó hospedarse en su casa (Lucas 5:27-30; 19:5-7). Los discípulos de Jesús también comían y bebían con estos. ¿Quiénes fueron los que criticaron esta actitud de Cristo y sus discípulos? En Lucas 5:30 se dice que fueron sus enemigos, los fariseos y escribas, dice: Por esto los fariseos y sus escribas se pusieron a murmurar, y decían a los discípulos de él: “¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores?”.

Posiblemente algunos justifiquen el que Jesús se haya relacionado con recaudadores de impuestos arguyendo que era para predicarles. Pero esa no es la cuestión que se está tratando, sino que de acuerdo a la enseñanza de los testigos de Jehová, relacionarse con recaudadores de impuestos y pecadores significa expulsión y por ende cortar cualquier trato con la persona. Pero no parece que eso fue lo que quiso decir Jesús, porque de lo contrario él hubiera dado el ejemplo. En cuanto a los gentiles, tampoco se negó a relacionarse con ellos totalmente. En Capernaum curó al criado de un oficial romano por petición de este. De visita a las regiones de Tiro y Sidón, echó un demonio de la hija de una mujer griega. (Mateo 8:5-13; Marcos 7:24-30)

Su trato con esta gente despreciada por los judíos era una indicación que no apoyaba esta costumbre discriminatoria. Él en una ocasión dijo que esta barrera entre judíos y gentiles seria eliminada (Juan 10:16). Finalmente fue quitada en el 36 E.C. cuando los dos grupos llegaron a ser un solo pueblo en cristo (Efesios 2:11-22). Entonces, ¿Por qué insiste los testigos de Jehová, en aplicar algo que no tuvo ese propósito y que no fue la norma entre los primeros cristianos? Como la respuesta no puede encontrarse en la Biblia, es muy probable que sea la misma razón que ha tenido la iglesia católica a través del tiempo.

Para entender mejor el trasfondo y las circunstancias que motivaron esta conversación de Cristo con sus discípulos necesitamos analizar el contexto del capítulo dieciocho de Mateo. La conversación surgió en respuesta a la pregunta de sus discípulos de ¿quién, realmente, es mayor en el reino de los cielos?”, “cualquiera que se humille como este niñito” respondió él. Un guion de las enseñanzas contenida en la conversación puede ser el siguiente: (1) La humildad debe ser una cualidad indispensable de los cristianos. (2) Evitar ser un tropiezo a nuestros hermanos. (3) Se debe perdonar sin límites, hasta setenta veces siete como traduce la mayoría de las versiones de la Biblia. (4) Se debe perdonar sin importar si el pecado es leve (como de cien denarios), o grande (como de diez mil talentos). (5) El perdón de Dios está condicionado a perdonar a nuestro hermano de todo corazón. (6) Debemos hacer todo esfuerzo posible por encontrar una solución para arreglar los asuntos con nuestro hermano, como si de nuestra oveja perdida se tratara. (7) Si es necesario, debemos buscar la ayuda de otros, incluyendo a la congregación*. (8) Si hemos hecho todo lo posible por resolver el asunto con él, pero él no quiere ser nuestro hermano, lo tratamos como a cualquier otro desconocido.

*En vista de que se trataba de una ofensa personal que podía resolverse entre ambos, la congregación solo era necesaria para cooperar en la solución. Eso se puede ver al decir Jesús: “sea para ti…”, no para la congregación. 

La Watchtower procura hacer creer que Jesús aludía a un pecado grave que necesitaba ser tratado por la congregación, pero eso es falso. El asunto se daría por terminado con solo el ofensor estar dispuesto a hacerlo. La enseñanza de nuestro Señor, es que cualquier desavenencia entre los cristianos deben resolverse lo ante posible, si es posible en el mismo día (Efe. 4:26) Pablo lo entendió de esa manera cuando dijo en Colosenses 3:13, 14 (DHH) Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo revístanse de amor, que es el lazo de la perfecta unión”. No hay nada en Mateo 18:15-17 y en su contexto que sugiera que se haga un juicio eclesiástico por tres o más jueces a un pecador y de hallarse culpable que se corte toda relación con él.

1Corintios 5:5,11,13 entreguen a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvado en el día del Señor. Pero ahora les escribo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre. 13 … “Remuevan al [hombre] inicuo de entre ustedes.”

Este pasaje bíblico también es usado por los testigos de Jehová como base de expulsión, tiene que ver con un suceso inusual que ocurrió en la congregación de Corinto. Pablo escribió: De hecho, se informa que hay fornicación entre ustedes, y tal fornicación como ni siquiera la hay entre las naciones: que cierto [hombre] tiene la esposa de [su] padre. 2 ¿Y están ustedes hinchados, y no se lamentaron más bien, para que fuera quitado de en medio de ustedes el hombre que ha cometido este hecho?” (1 Corintios 5:1-3). Sin duda era un pecado abominable que ni entre los gentiles se practicaba. Y para colmo, los cristianos en la congregación en vez de sentirse avergonzados por tal acto se sentían orgullosos y lo permitían.

La Watchtower interpreta de la siguiente manera este pasaje: Examinemos un relato bíblico relacionado con una expulsión. Sucedía que los cristianos de la congregación de Corinto estaban tolerando “tal fornicación como ni siquiera la había entre las naciones: que cierto hombre tenía la esposa de su padre”. Por eso, Pablo los instó a que “entregaran a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu fuera salvado” (1 Corintios 5:1-5). Cuando fue expulsado y, por tanto, entregado a Satanás, el pecador volvió a formar parte del mundo del Diablo (1 Juan 5:19). (Atalaya del 15/11/2006 págs. 26-27)

Si este hombre fue expulsado como alega la Watchtower, sería considerado como un precedente de una norma establecida por Pablo de cómo en el futuro debía tratarse los pecados por los cristianos en las congregaciones. En cuyo caso sería razonable encontrar que las Escrituras mencionara otros sucesos como este, o por lo menos, si este hombre fue expulsado, debería mencionarse claramente en alguna parte de las dos cartas enviadas a esta congregación. Es razonable esperar que sea así en vista que todas las cartas se enviaban para consideración publica de la congregación, no como hoy donde las cartas con procedimientos judiciales son enviadas por la Watchtower exclusivamente y de manera confidencial a los ancianos. Veamos lo que podemos encontrar al respecto.

En la carta, Pablo manda a que “entreguen a tal hombre a Satanás”, “cesaran de mezclarse en su compañía y lo “removieran de entre ellos”. La Biblia no aclara lo que significa ser entregado a Satanás, pero obviamente para los testigos de Jehová significa expulsión de la congregación. Pero puede ser aclaratorio el hecho de que la acción de entregar a alguien a Satanás fue aplicada también por Pablo a otros dos cristianos, Himeneo y Alejandro. El registro bíblico dice sobre ellos lo siguiente: “Manteniendo la fe y una buena conciencia, la cual algunos han echado a un lado, y han experimentado naufragio respecto a [su] fe. Himeneo y Alejandro pertenecen a estos, y los he entregado a Satanás para que se les enseñe por disciplina a no blasfemar” (1 Timoteo 1:19, 20).

Cuando comparamos los dos registros, encontramos que aunque Himeneo y Alejandro fueron entregados a Satanás, Pablo no manda a “dejar de asociarse con ellos como lo hizo con el hombre de Corinto. Aun así, la Watchtower asegura que fueron expulsados. La Atalaya 15/11/1981 pág. 15 párr. 6 sin aportar ninguna base bíblica hace este comentario: “En el primer siglo surgieron algunos de estos malhechores. Himeneo y Alejandro fueron de esa clase, hombres que habían “experimentado naufragio respecto a su fe.” Pablo dijo: “Los he entregado a Satanás para que se les enseñe por disciplina a no blasfemar.” (1 Tim. 1:19, 20) El que se expulsara a aquellos dos hombres fue una corrección severa, o disciplina, un castigo que pudiera enseñarles a no blasfemar contra el Dios santo y vivo. … Era propio que a estos blasfemos se les entregara a la autoridad de Satanás, que fueran echados a la oscuridad del mundo bajo la influencia de Satanás. 2Cor. 4:4; Efe. 4:17-19; 1 Juan 5:19; compare con Hechos 26:18”.

¿También fueron expulsados Himeneo y Alejandro como dice la Watchtower? El contexto no parece apoyar esa tesis. En su segunda carta a Timoteo, Pablo vuelve hablar de Alejandro al escribir: “Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño; el Señor le retribuirá conforme a sus hechos. Tú también cuídate de él, pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza” (2 Timoteo 4:14,15). Se pudiera pensar que el daño causado por este hombre a Pablo sucedió antes que fuera entregado a Satanás y pudiera ser una probabilidad. Pero si Alejandro realmente fue expulsado al estilo de la Watchtower, perdió todo medio de relacionarse con los cristianos, por lo que no habría ninguna razón que justificara cuidarse de él, y mucho menos oponerse a la enseñanza de Pablo o Timoteo a menos que tuviera la libertad de influenciar en otros cristianos y eso es evidente por la referencia de Pablo.

Por lo que nos dice la Biblia de Alejandro y su actividad opositora, encuadra más entre aquellos que Pablo llamó falsos hermanos. En su carta a los Gálatas el describió la actividad de estos al decir: Pero a causa de los falsos hermanos introducidos calladamente, que entraron a hurtadillas para espiar nuestra libertad que tenemos en unión con Cristo Jesús, a fin de esclavizarnos completamente. 5 a estos no cedimos a manera de sumisión, no, ni por una hora, para que la verdad de las buenas nuevas continuara con ustedes” (Gálatas 2:4,5) Vea también 2 Corintios 11:26. Otra posibilidad es que fuera como los apóstoles falsos mencionados en 2 Corintios 11:5,13. En ninguno de estos casos hay alguna mención que fueron expulsados, por lo que si había que cuidarse de ellos.

Entonces, ¿a qué se refería Pablo cuando ordenó: cesen de mezclarse en la compañía de… y ni siquiera coman con tal hombre”? La palabra griega que Pablo usó para “cesen de mezclarse” es synanamignysthai que también puede traducirse no se asocie con o no tengas compañía con (Concordancia griego-español). Pero lo interesante es que Pablo usó esta misma palabra synanamignysthai para referirse a unos cristianos de la congregación en Tesalónica que andaban desordenadamente. Pablo escribió en 2 Tes 3:14,15 Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano”.

Debajo se puede ver un ejemplo que muestra que no hay diferencia en la aplicación del término ‘cesen de mezclarse en’ de 1 Corintios 5:11, con ‘dejen de asociarse con’ en 2 Tesalonicenses 3:14.

Concordancia griego-español
συναναμίγνυσθαι (synanamignysthai)

1 Corintios 5:11 V-PNM
GRK: ὑμῖν μὴ συναναμίγνυσθαι ἐάν τις
NAS: Le escribí para que no se asocie con ninguna
KJV: no para hacer compañía, si
INT: para que no se asocie con [él] si alguien
2 Tesalonicenses 3:14 V-PNM
GRK: σημειοῦσθε μὴ συναναμίγνυσθαι αὐτῷ ἵνα NAS: de esa persona y no te asocies con él, entonces KJV: no tengas compañía con él,
INT: toma nota de no mezclar con él que


De acuerdo a la Atalaya del 15/7/1999 págs. 30-31 a los desordenados de Tesalónica debía darse un trato diferente al hombre de Corinto, aunque la expresión sea la misma. La Atalaya dice: También hizo saber a la congregación que convendría que los cristianos ‘señalaran’, a nivel individual, a los desordenados, … Pablo aconsejó que ‘se apartaran de todo hermano que anduviera desordenadamente’. Eso no quería decir, desde luego, rehuir por completo a tal persona, pues habían de ‘continuar amonestándola como a hermano’. … ¿En qué sentido ‘se apartarían’ de él? Por lo visto, era en un contexto social. Evidentemente, el consejo apostólico no da base para menospreciar o juzgar a los hermanos que cometen errores de poca importancia. Su objetivo es, más bien, ayudar a quien emprende un proceder perturbador que choca completamente con el cristianismo”.

Para la Watchtower, en Corinto “cesen de mezclarse en” (synanamignysthai) significa expulsión, eliminando todo trato con la persona. Pero en Tesalónica, “dejen de asociarse con” (synanamignysthai) significa señalar, queriendo decir que cada cristiano individualmente decidía si continuar el trato o no con los desordenados. Alegan que los actos de los desordenados en Tesalónica eran errores de poca importancia. Pero si el desobedecer una carta apostólica es un error de poca importancia, la escrita a los corintios se pudiera considerar de igual forma. Lo que se manifiesta por la Watchtower es una manipulación deliberadamente falsa entre estos dos sucesos. Esto es notable cuando en la segunda carta Pablo pide a la congregación: Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre”. Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él. (2 Corintios 2:6, 8). Pablo consideró que, aunque no todos en la congregación dejaron de asociarse con el pecador, la ‘reprensión que le había dado la mayoría’ fue suficiente. Como una muestra que no lo habían dejado de amar, Pablo les pide ahora que le “confirmen” ese amor perdonándolo. Ahora pensemos un momento y preguntémonos: ¿Qué hubiera sucedido a esta minoría que decidieron seguir tratando a este hombre bajo las normas de la Watchtower? No habría ninguna duda que todos hubieran sido juzgados por un tribunal judicial y expulsados.

2 Juan 9-11 Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. El que sí permanece en esta enseñanza es el que tiene al Padre y también al Hijo. 10 Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. 11 Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas.

Este es el texto que más agresivamente usa la Watchtower para cortar toda relación con los expulsados y los que abandonan el movimiento. ¿A quiénes estaba aplicando Juan estas palabras?  El versículo siete lee así: “Porque muchos engañadores han salido al mundo, personas que no confiesan a Jesucristo como venido en carne. Este es el engañador y el anticristo”. Juan solamente incluye en la omisión del saludo a los que no confiesan a Jesucristo como venido en carne, a nadie más, eso es todo. Aunque la mayoría del 1% de las expulsiones anuales son por inmoralidad sexual, se les aplica 2 Juan 9-11 para cortar toda comunicación con estos, negándoles hasta un saludo. Es palpable que tuercen y manipulan las palabras del apóstol para extorsionar a que regresen a los que son expulsados.

Un ejemplo de esta extorsión se evidencia en lo que se dice en la Atalaya del 15/4/2012 pág. 12 párr. 17 La traición: terrible marca de nuestros tiempos. Veamos solo un ejemplo del bien que se puede lograr cuando la familia apoya lealmente la orden divina de no relacionarse con familiares expulsados. Un joven llevaba diez años expulsado, y durante ese tiempo su padre, su madre y sus cuatro hermanos se negaron a “mezclarse en [su] compañía”. A veces él intentaba incluirse en las actividades de la familia, pero, de forma loable, todos se mantuvieron firmes en su postura. Tras su readmisión, dijo que siempre los había echado de menos, especialmente cuando estaba solo por las noches. Sin embargo, admitió que si su familia hubiera tenido contacto con él, aunque fuera solo un poco, esa pequeña dosis le hubiera bastado. Al no tener ni siquiera la más mínima comunicación con ninguno de ellos, el deseo ardiente de disfrutar de su compañía se convirtió en uno de los factores que lo impulsaron a reparar su relación con Jehová. Pensemos en este hecho si alguna vez nos sentimos tentados a violar el mandato divino de no tener contacto con familiares expulsados”.

¿Qué impulsó a este expulsado a pedir ser readmitido en la organización?, en la Atalaya se dice que fue “el deseo ardiente de disfrutar de su familia”. Y agrega: “pensemos en este hecho si alguna vez nos sentimos tentados a violar el mandato divino de no tener contacto con familiares expulsados”. La extorsión es evidente, claramente le están diciendo al testigo de Jehová, si no quieres perder a tu familia, piénsalo bien antes de desobedecer a la Watchtower.

Las normas que rige la expulsión en los testigos de Jehová además de ser un instrumento de extorsión están en franca oposición a lo que realmente enseña la Biblia. Por ejemplo, poniendo el caso de un hijo expulsado, la Atalaya del 15/1/2013 pág. 16 párr. 19 No permita que nada lo aleje de Jehová dice: “No busque excusas para mantenerse en contacto con un expulsado, por ejemplo, mediante correo electrónico, teléfono o mensajes de texto (1 Cor. 5:11). Concéntrese en las actividades espirituales (1 Cor. 15:58). La hermana citada anteriormente dijo: “Sé que debo mantenerme ocupada sirviendo a Dios y estar firme en sentido espiritual. De ese modo, cuando mi hija regrese a Jehová, tendré fuerzas para ayudarla”. ¿Qué aconseja la biblia en el caso que alguien deje la verdad? Santiago escribió: Hermanos míos, si alguno de entre ustedes se deja extraviar de la verdad y otro lo hace volver, 20 sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados” (Sant 5:19, 20). Para Santiago, la verdad era las buenas nuevas acerca de Cristo (Gálatas 1:6; 2 Corintios 4:4). Él plantea la posibilidad real de que algunos cristianos dejarían la verdad, por eso habló de la responsabilidad de la entera comunidad de cristianos en ayudar a que estos volvieran a ella. El cortar toda comunicación con un expulsado impediría tal posibilidad de ayuda al mismo.

La Watchtower llega al colmo del sectarismo al expulsar a una persona simplemente por abandonar la organización. Sabemos que para los testigos de Jehová la “verdad” y la “organización” son sinónimos. Por lo que cuando alguien pide desasociarse de ella, se considera que deja la verdad y se le anuncia a la congregación que tal persona ya no es testigo de Jehová. Desde ese momento es considerado por todos sus anteriores “hermanos” como apóstata, semejante al diablo, enfermo mental y otros improperios. Se le niega hasta un simple ¡hola!. ¿Cuál hubiera sido la actitud de Jesucristo ante un caso similar? Tenemos la respuesta en el evangelio de Juan. En cierta ocasión que Jesús dio un discurso a sus discípulos, muchos de ellos al oírlo dijeron: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?” “Debido a esto, muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él. Por eso Jesús dijo a los doce: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. (Juan 6:60,66,67) Evidentemente Jesús consideró este abandono como un derecho del libre albedrío o la libertad individual de estos discípulos, no los condenó, ni ordenó ninguna acción disciplinaria para estos desertores (Deuteronomio 30:15-20: Josué 24:15).

A la Watchtower podemos hacerle la pregunta que hizo el discípulo Santiago: Pero tú, ¿quién eres, para que estés juzgando a [tu] prójimo?” (Santiago 4:12) En el libro Comentario sobre la Carta de Santiago, explica muy claramente lo que implica esta pregunta, dice: “La pregunta de Santiago es tremendamente apropiada. Ciertamente parece increíble el que cualquier humano débil, inclinado a errar, imperfecto, pecaminoso, considerara que estuviera dentro de su derecho y esfera de acción el obrar en lugar del Dios infalible al juzgar a otro ser humano, cuando Dios, por medio de su Palabra, no lo hubiera juzgado. El Hijo de Dios, quien era perfecto y sin pecado, declaró muchas veces su adherencia cuidadosa y fiel a lo que su Padre había dicho, y su firme negativa a tomar acción o formular juicios que brotaran de su propia originalidad. (Juan 5:30, 45; 7:16-24; 8:15, 16, 26, 28; 12:28-50) Nos dice a nosotros como discípulos que si nosotros, como criaturas imperfectas, pecaminosas, no queremos que se nos juzgue y condene, entonces no debemos tomarnos la libertad de juzgar y condenar arbitrariamente a nuestro prójimo. (Mat. 7:1-5; Luc. 6:37; compare con Romanos 2:1-3.)
La pregunta de Santiago tiene un paralelo en la del apóstol Pablo en Romanos 14:4: “¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de casa ajeno? Para su propio amo está en pie o cae.” El amo es quien tiene derecho a establecer las leyes para su propio siervo o sirviente, a imponerle deberes y restricciones, a retenerlo o despedirlo. A cualquiera que presuntuosamente asumiera esta responsabilidad, el amo del siervo le diría, correctamente: ‘¿Quién te crees que eres?’ (Compare con Proverbios 30:10; 1 Corintios 4:1-5.) Puesto que ésa es la realidad, el apóstol pasa a decir: “Pero, ¿por qué juzgas a tu hermano? ¿O por qué también menosprecias a tu hermano? Pues todos estaremos de pie ante el tribunal de Dios.” (Rom. 14:10; vea también los versículos 11 a 13 inclusive.) El reconocer la imparcialidad que Dios despliega en el juicio y ver nuestras propias debilidades nos ayudará a evitar sentimientos de fariseísmo y superioridad para con nuestro prójimo.” (Compare con Job 31:13-15.)

Contradiciendo su propia interpretación de las Escrituras cristianas descrita en el libro Comentario de la carta de Santiago, por instrucciones directas del cuerpo gobernante, los ancianos en las congregaciones anualmente expulsan a miles de testigos de Jehová que han sido sometidos previamente a un proceso judicial por los llamados comités judiciales. ¿Será el caso que el cuerpo gobernante y los ancianos en las congregaciones no se consideran humanos débiles, inclinados a errar, imperfectos y pecaminosos? ¿Sobre qué base bíblica toman el lugar del Dios infalible al juzgar a otro ser humano cuando la Palabra escrita de Dios no lo hace?

No se puede pasar por alto un hecho bien establecido en las Escrituras Cristianas que muestra con toda claridad que la expulsión no era una práctica cristiana. En las congregaciones identificadas por las cartas de los apóstoles de Jesús se cometía todo tipo de pecado censurado por la Biblia. No obstante, ni siquiera se menciona que se haya procedido como los casos antes mencionado de Corinto, Tesalónica e Himeneo y Alejandro. Por ejemplo, curiosamente en Corinto también había divisiones y sectarismo —1 Cor.1:11-13; 11:17-19 y falsos apóstoles —2 Cor. 11:13. Pero es interesante que a pesar de esta situación Pablo les escribiera los siguiente:No estoy escribiendo estas cosas para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a mis hijos amados”. (1 Cor. 4:14)
Se menciona practicantes de conducta relajada y apóstatas activos en la congregación a los que Pedro los compara como perros que vuelven a su vómito o a la cerda bañada a revolcarse en el fango —2 Pedro 2:10-22. Se menciona a Diótrefes, un opositor a la autoridad apostólica de quien escribió el apóstol Juan en 3 Juan 9,10. No hay mención que uno solo de estos haya sido expulsado.

LO QUE DEBEN CONOCER LOS NUEVOS ASOCIADOS

Posiblemente todos los que en un tiempo fueron testigos de Jehová conoce cómo funciona la organización Watchtower. Pero es diferente con los que están recién asociándose con ella. El programa de adoctrinamiento para los nuevos es completamente diferente hasta que se bautizan, condición en la que oficialmente llegan a ser testigo de Jehová. En la primera etapa se les enseña las doctrinas básicas del movimiento, como quién es Dios, Cristo, el reino, la vida eterna en un paraíso terrenal y la resurrección entre muchas otras doctrinas diseñadas exclusivamente por la Watchtower. En esa etapa nunca se les habla abiertamente sobre las responsabilidades y consecuencias de poner en duda alguna enseñanza de sus líderes, ni de las posibilidades siempre latentes de ser sometido a un juicio que los puede llevar a perder su relación completa con hijos, padres, abuelos y otros.  

La doctrina principal que es introducida agresivamente en la mente de los nuevos asociados es el sometimiento a una figura omnipresente en cada miembro del movimiento llamado “el esclavo fiel y discreto” o “cuerpo gobernante”. Para cada testigo de Jehová, lealtad a Jehová se traduce como sumisión total a todo lo que provenga de este cuerpo gobernante. Pero, ¿qué es el cuerpo gobernante? Es un concepto falsamente sacado de los apóstoles de Jesucristo donde un grupo de hombres se autoproclaman divinamente como el único conducto de Dios para dirigir las vidas de los testigos de Jehová. La idea cobró vida en los años 70 del siglo 20.   

Este cuerpo gobernante actualmente compuesto de ocho hombres, por si solo constituyen la rama legislativa, ejecutiva y judicial de la organización de la Watchtower. Sus leyes no proceden de la Biblia como hacen creer a sus adeptos, sino de este cuerpo gobernante. Todas las normas jurídicas que aplican a su organización están contenidas en el libro “Pastoreen el rebaño de Dios”, exclusivo para el uso de los ancianos en las congregaciones. En este libro están las instrucciones de cómo se dirige la organización, en especial cómo celebrar las audiencias de los llamados comités judiciales para los que desobedezcan las reglas del cuerpo gobernante.

En estos juicios muy parecidos a los tribunales eclesiásticos de la iglesia católica, los ancianos al igual que los sacerdotes católicos tienen la potestad dada por el cuerpo gobernante para excomulgar o absorber a un pecador. No está de más repetir que todo este arreglo, incluyendo el cuerpo gobernante era desconocido para los primeros cristianos.

A los nuevos asociados se les enseña correctamente que la fornicación, idolatría, el adulterio, la homosexualidad, el robo, la avidez, la borrachera, la injuria y la extorsión son prácticas condenadas en la Biblia (1 Corintios 6:9, 10). Lo que no le dicen es que la violación de alguna de ellas amerita un caso judicial donde puede ser expulsada. Cabe señalar que en estas prácticas la Biblia solo menciona que no heredaran el reino de Dios no que deben ser juzgadas por los humanos.

En este libro aparecen añadidas muchas otras prácticas punitivas que ameritan la expulsión, pero que no son mencionadas en la Biblia como exclusión al reino. Estas son abuso de menores, que deberían ser juzgados por tribunales competentes y no por dicho comité judicial. También se añade la impureza grave y con avidez. Conversaciones inmorales por teléfono y ver formas repugnantes de pornografía o Internet. Fumar tabaco o el uso de otras drogas no recetadas. Suciedad física extrema. Se considera una conducta descarada tratar innecesariamente con personas expulsadas o desasociadas y salir con alguien sin estar bíblicamente libre para volver a casarse. Celebrar fiestas de la religión falsa, como los cumpleaños, participar en actividades de otras religiones, promover sectas, tener un empleo que promueva la religión falsa, el espiritismo y la idolatría.

Un consejo bíblico que cualquier persona creyente debe tomar en cuenta antes de decidir ser parte o no de un grupo religioso como son los testigos de Jehová es de estar seguro que las cosas que les enseñan están claramente fundamentada en la Biblia, porque muchos falsos profetas han salido al mundo (1 Tes 5:21; 1 Juan 4:1). Pongamos como ejemplo el tema que se considera aquí, la expulsión. Un análisis imparcial de las Escrituras griegas, es decir sin ideas preconcebidas por un grupo religioso, nos muestra como ya se ha considerado, que una reprensión o una severa desaprobación incluso publica era permisible y provechosa entre los cristianos, pero nada más allá que eso. (Marcos 8:33; Lucas 17:3; Gálatas 2:11-14; 2 Corintios 2:6)

Cada cristiano individualmente era un mayordomo o siervo que debía procurar mantenerse fiel para recibir la aprobación solo de su amo. Por eso Pablo aconsejó: “Además, en este caso, lo que se busca en los mayordomos es que al hombre se le halle fiel. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen que venga el Señor. El sacará a la luz lo que ocultaban las tinieblas y pondrá en evidencia las intenciones secretas. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que se merece” (1 Corintios 4: 2, 5 BLA). Santiago apoya el argumento de Pablo cuando dice en Santiago 4:11, 12 “Dejen de hablar unos contra otros, hermanos. El que habla contra un hermano o juzga a su hermano habla contra ley y juzga ley. Ahora bien, si juzgas ley, no eres hacedor de ley, sino juez. Uno solo hay que es legislador y juez, el que puede salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres, para que estés juzgando a [tu] prójimo?”

Nuestro amo Jesucristo, espera que usemos nuestras facultades de inteligencia, nuestro conocimiento, entendimiento y juicio, y que hagamos a conciencia lo que nuestra fe nos indica hacer. (Heb. 5:14) Cada uno debemos tomar una decisión en armonía con nuestra conciencia y nuestra fe, no debemos permitir que sean otros los que nos guíen por la conciencia y la fe de ellos. De cualquier manera, si usted es testigo de Jehová o de cualquier otra religión, no piense que puede pasar toda la responsabilidad de la falsedad a los guías de su iglesia. Cada uno de nosotros individualmente es responsable ante Dios. Como dice la Biblia: “Todos estaremos de pie ante el tribunal de Dios.” (Rom. 14:10)