¿Quiénes pueden participar de la Cena del Señor?

LA CENA DEL SEÑOR

Era el 14 de Nisán del año 33 de nuestra era, Jesús acaba de celebrar la Pascua judía con sus apóstoles. Ahora, al llegar la hora, Jesús se sentó a la mesa junto con los apóstoles y les dijo: “En gran manera he deseado comer con ustedes esta pascua antes que sufra; porque les digo: No volveré a comerla hasta que quede cumplida en el reino de Dios”. Y, aceptando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen esta y pásenla del uno al otro entre ustedes; porque les digo: De ahora en adelante no volveré a beber del producto de la vid hasta que llegue el reino de Dios”. También, tomó un pan, dio gracias, lo partió, y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto significa mi cuerpo que ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí”. También, la copa de la misma manera después que hubieron cenado, diciendo él: “Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes” –Lucas 22:14-20.

“Sigan haciendo esto en memoria de mí”. Es en obediencia a este sencillo mandato de nuestro Señor, que los cristianos procuramos celebrar la Cena del Señor. Fue el apóstol Pablo quien la llamó de esta manera (1 Cor. 11:20). También suele llamarse la “conmemoración”, porque se celebra como un recuerdo del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo a favor de todos aquellos que ejercen fe en él (Juan 3:16). ¿Cómo entendían los cristianos que debían recordar a su Señor?

¿Cómo celebrar la Cena del Señor?

Cuando Jesús instituyó la Cena, invitó a sus apóstoles a beber de una misma copa. Según el Evangelio de Mateo, Jesús “tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: ‘Beban de ella, todos ustedes’” (Mateo 26:27). Antes, Jesús había tomado un pan y después de decir una bendición, lo partió, y dándolo a los discípulos, dijo: “Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo” (Mateo 26:26). Lo que Jesús acaba de establecer era una comida de comunión donde todos tenían que participar.

Para entender el por qué Jesús usó pan y vino para la ocasión, necesitaremos leer antes lo que dice Juan 6:32-58. Él habla sobre el “pan que bajó del cielo” y se identifica con este al decir: “yo soy el pan de la vida”. Y agrega: “De verdad les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes mismos. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo”. El pan junto con el vino que se usan en la Cena, simboliza cosas en las que cualquiera que espera obtener vida debe participar comiendo y bebiendo de ellos. Ambos emblemas se refieren al sacrificio de rescate, la provisión de Dios a través de Cristo para que todas las personas puedan alcanzar vida eterna. Por el uso que el hijo de Dios dio a los emblemas en la parte final de la cena, estableció un único medio para que cada uno de nosotros pudiera expresar a través de ellos, fe en el sacrificio de rescate que él proveyó, así como hacer reconocimiento delante de la comunidad de hermanos de que tenemos juntos esa fe.

Esta participación es necesaria por parte de los cristianos, se reafirma cuando el apóstol Pablo dice a sus hermanos corintios, “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es un participar de la sangre del Cristo? El pan que partimos, ¿no es un participar del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque muchos, somos un solo cuerpo, porque todos participamos de ese solo pan” (1 Corintios 10:16, 17). Para el cristiano, Jesús es el único camino para conseguir la vida (Juan 14:6.) Nuestro Señor no pudo ser más claro cuando dijo: “De verdad les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes mismos" (Juan 6:53). Él no dijo nada de dos clases de cristianos, una que participa de la cena y otros que no lo hace. En la Biblia está ausente tal cosa como observadores en la Cena, pero si dice lo siguiente: “Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos, que es sobre todos y por todos y en todos” (Efesios 4:4-6).
Nada se exhorta con mayor énfasis en las Escrituras Cristianas que esta verdad que expresa Pablo a los Efesios. Todos los creyentes en Cristo pertenecen a un solo cuerpo, todos se han unido bajo la misma cabeza, que es Cristo mismo (1 Cor. 12: 20; Efe. 1:22). Es el espíritu de Dios quien certifica que todo cristiano es hijo de Dios. Romanos 8:16 dice: “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. Ser hijos de Dios con la esperanza celestial, es la única esperanza que se repite constantemente en el Nuevo Testamento para los cristianos (Juan 1:12; 2 Cor. 6:18; Gál. 3:26; Efe. 1:5; Rom. 8: 15, 16, 23; 1 Juan 3:1; Apo. 21:7; 1 Ped. 1:3, 4)

La idea de un segundo grupo de cristianos que solo serían invitados a la Cena del Señor como observadores no se menciona en la Biblia. Los estudiantes de la Biblia y más tarde los testigos de Jehová estuvieron participando de los emblemas hasta 1935. Ese mismo año, Joseph Rutherford creo un nuevo concepto partiendo de un irreal cuadro profético basado en Jonadab, un no judío que vivió en el siglo X a.E.C. A este nuevo dogma lo llamó la clase de Jonadab o la grande muchedumbre de las otras ovejas (Atalaya 1/6/1980 pág. 28 párrs. 21-24) (Atalaya 15/2/2015 pág. 32). A los que creen que ellos son de este grupo y solo van a la Conmemoración como observadores, debería hacérseles difícil ver cómo pudieran ser ciertas las palabras de Jesucristo cuando dijo: “De verdad les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes mismos" (Juan 6:53). No debe haber ninguna duda en la mente de un cristiano que desea la vida eterna que el comer del pan y beber del vino no es opcional.

¿Cuándo debe celebrase la Cena del Señor?

El Señor no dio instrucciones acerca de cuándo y con qué frecuencia había de hacerlo. Pero no hay pruebas bíblicas de que los cristianos la celebraran solo una vez al año como hacían con la Pascua. Lo sabemos porque el apóstol Pablo puso por escrito las siguientes instrucciones que dejó Jesús: “Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí. Porque cuantas veces coman este pan y beban esta copa, siguen proclamando la muerte del Señor, hasta que él llegue”. (1 Corintios 11:23-26) Lucas menciona en Hechos 20:7 LBLA lo siguiente sobre la Cena: “Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al día siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche”.

Parece que no hay una fecha especifica en que se deba hacer, ni que deba limitarse a una vez por año. Lo importante es celebrarla. Hay grupos religiosos cristianos incluyendo a los testigos de Jehová que entienden que la celebración debe ser solo una vez al año coincidiendo con la fecha de la Pascua judía. Esta costumbre la tomaron de un maestro adventista, amigo de Charles Taze Russell de nombre George Storrs.

Comer de la Cena del Señor indignamente.

En el siglo primero había cristianos que trataban la Cena del Señor indignamente, con falta de respeto, el apóstol Pablo dice de estos: Cualquiera que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable respecto al cuerpo y la sangre del Señor. Primero apruébese el hombre a sí mismo después de escrutinio, y así coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe, come y bebe juicio contra sí mismo si no discierne el cuerpo” (1 Corintios 11:27-29.)

Durante siglos ha habido diferentes comentarios sobre lo que pudo haber sucedido en la celebración de la Cena del Señor en la congregación de Corinto. Pero todos coinciden que la conducta de algunos de ellos era indigna de la ocasión sea que fuera antes o durante ella. Parece que muchos de los cristianos que anteriormente tenían costumbres paganas introducían estas en la conmemoración.
Muchos han supuesto, que por el hecho de que Cristo instituyó la Cena después de la fiesta de la Pascua, algunos cristianos corintios tomaron como costumbre observar una especie de fiesta donde se comía y bebía antes de celebrar la Cena del Señor. Para cuando llegaba el tiempo de comer del pan y tomar del vino en memoria de Cristo, ya no tenían hambre o estaban borrachos. (1 Corintios 11:20-34) Posiblemente eso no suceda hoy día entre los que celebran la Cena del Señor. Sin embargo, en vista del mandato claro que dio Jesús, una conducta indigna de los asistentes, seria rechazar el comer y beber de los emblemas que son el único medio de tener vida eterna (Juan 6:53). La próxima ves que nos encontremos en la celebración de la Cena del Señor, y tengamos delante el pan y el vino para que comamos y bebamos, ¿aceptaremos a Jesús y su sacrificio o lo rechazaremos como siempre lo hemos hecho como testigos de Jehová? ¡Pensemos en eso seriamente!


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