Al leer el libro Crisis de Conciencia por Raymond
Franz ex miembro del cuerpo gobernante de los Testigos de Jehová, encontré la
experiencia que estoy publicando, me pareció de una total carencia de amor y consideración
hacia un semejante que dedicó toda su vida a una organización, y después es
echado sin ninguna consideración, solo por comentar en privado su discrepancia
sobre alguna enseñanza de esta organización conocida como la Watchtower. Me
viene a la mente las palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando dijo: "En esto conocerán todos
que son mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros." Juan
13:35. Al leer esta experiencia juzgue por usted mismo si estas palabras de Jesús
se pueden aplicar esta organización religiosa.
Puesto que todas las acciones de
expulsión se informan a las oficinas centrales de la organización, ésta no está
desinformada de lo que pasa. El caso patético de Percy Harding ilustra esto,
porque prácticamente tuvo lugar a las puertas de la central mundial.
En 1910, cuando tenía unos veinte años, Percy, oriundo del oeste del
Canadá, empezó a leer los escritos del Pastor Russell y en séis meses había
leído unas 3,000 páginas del material. Renunció a la iglesia Protestante de la
que era miembro y se encontró completamente solo en su nueva creencia entre la
gente de su pueblo. Empezó a “testificar”, formó dos grupos en la zona y
efectuó bautismos en un río cercano. Él escribe:
“En 1918 dejé un buen trabajo para ser precursor. Mi territorio
cubría miles de kilómetros cuadrados, la mayoría a lo largo de vías del tren,
desde el sur de Alberta a la costa del Pacífico. También cubrí el país a pié,
llevando dos pequeñas bolsas de libros. A menudo andaba tanto como unos 24 a 40
kilómetros al día“.
Después de siete años en esta actividad, el 25 de mayo de 1925, fue a
Brooklyn, Nueva York, para servir en las oficinas centrales de la Watch Tower.
Después de unos cuatro años, la situación desarrollada bajo la presidencia de
Rutherford y la conducta de algunos que ejercían superintendencia dejó a Percy
desilusionado. En 1929 finalizó su obra en las oficinas centrales.
A pesar de eso, permaneció asociado y activo en la misma congregación en
Brooklyn durante los siguientes cincuenta y séis años. De lo que entónces
ocurrió él escribe:
“Desde mayo de 1925, hasta Diciembre de 1981, permanecí en la misma
congregación hasta que fui expulsado por hablar acerca de la Palabra de Dios
con unos amigos míos. Esto fue increíble y en lo que concierne a la Sociedad,
una actuación vergonzosa. El comité judicial tenía una carta recibida de otro
cuerpo de ancianos de otra congregación. Habían expulsado a un amigo mío. Lo
habían interrogado por largo tiempo acerca de otras personas que hubiesen
estado hablando acerca de la Biblia. Él se derrumbó y se lo dijo y mencionó mi
nombre y el de otros. Así es que se me presentó esa carta de los ancianos,
incluyendo cosas que yo y otros habíamos dicho junto con la petición de que me
expresara acerca de ella. Le dije al comité que no tenía nada que decir, que lo
que tuvo lugar entre yo y mis amigos era un asunto estrictamente privado y que
no le incumbía a nadie más. Ellos prometieron darme una copia de la carta, pero
nunca la recibí. Entonces empezaron a hacer preguntas, siendo la principal,
“¿Crées que la Sociedad es la organización de Dios y que da a conocer la
verdad?” Así es que dije, “No hay nada en la Palabra de Dios que indique que
Dios haya usado alguna vez una ‘organización’ y que sea fuente de la verdad.
Desde Moisés, pasando por todos los profetas, hasta Juan y la Revelación, fue
siempre un asunto individual.
“Tuvieron lugar tres reuniones del comité, la última en Betel. La
noche que fuí expulsado, Harry Peloyan (un miembro de mucho tiempo del
departamento de servicio de la Watch Tower) hizo un discurso en el Salón del
Reino, trayendo a colación una acusación que aún no se había considerado en
ninguna de las reuniones con el comité y que tendía a romper la unidad de la
congregación. Él usó mal 2 Juan 10, 11, al ordenar a las 175 personas que
cortaran toda relación conmigo. Después de la reunión todo el mundo desfiló,
pasando por mi lado como si fuera un leproso“.
Percy tenía 91 años de edad y mala salud. Quizá se le podría haber
acusado de entender ciertos textos bíblicos de manera diferente, pero no debido
a que estuviera creando algún disturbio que fuera evidente a la congregación
sino debido a que tuvo conversaciones privadas con amigos. Nadie en la
congregación se había quejado de que él fuera un “agitador” sino que el asunto
llegó a tener trascendencia cuando llegó una carta de otra congregación, que
inició la investigación y el interrogatorio por parte de los ancianos acerca de
sus observaciones privadas sobre asuntos bíblicos con sus amigos personales.
(Compare la acusación en contra del apóstol Pablo y su defensa en Hechos
24:5-13.) En un viaje que hice a la parte nordeste (de los Estados Unidos) en
1982, visité a Percy Harding en su casa del 6th Street en Brooklyn. Sentado en
el sillón, tenía una apariencia diminuta, un hombre pequeño, de apariencia
frágil y que era obvio que estaba debilitado por la edad y la enfermedad.
Me pregunté a mí mismo, cómo alguien en su sano juício podía ver a una
persona como aquella, que no tenía una posición o influencia particular, como
que podía constituir un peligro, a pesar de sus setenta años de asociación, y
se juzgara necesario expulsarla y privarla de todas las amistades de toda la
vida. Pensé que una organización debe sentirse extremadamente insegura de sí
misma y con un increíble sentido de vulnerabilidad, por tan siquiera considerar
a semejante hombre, frágil y envejecido como una amenaza. Con respecto al
efecto que la expulsión tuvo en sus circunstancias personales, él escribe:
“Antes de esto, habían dos enfermeras (Testigos) que me visitaban,
casi cada semana. Hacían algunas cosas por mí que yo era incapaz de hacerlas
por mí mismo, y lo más importante, las podía llamar si las necesitaba. Cuando
cumpla 92 años el 18 de Agosto, ¿quién sabe si puede surgir una emergencia?
Después de mi expulsión, llamé a una de las enfermeras . Contestó al teléfono
su esposo y dijo, “Ann no tiene permiso para hablar contigo.” Déjenme decir
otra vez que la única cosa que los ancianos tienen contra mí, es que hablé con
unos pocos amigos acerca de la Bíblia”.
En mis conversaciones con Percy lo encontré un hombre de habla muy
franca. Es posible que hubiera sido bastante franco en sus discusiones con los
ancianos que le juzgaron. Pero aunque hubiera sido más que franco, que hubiera
sido cáustico, o incluso arisco, ¿cómo pudo ser posible que esto justificara el
que se expulsara a un hombre de 91 años, solo, enfermo, con su familia a miles
de kilómetros y que habían dejado de escribirle por unos setenta años de
asociación activa y que ahora era alguien ignorado y olvidado? ¿Qué crimen tan
atroz había cometido él para merecer eso? Encuentro difícil el entender cómo
álguien que afirma ser discípulo del verdadero Pastor de ovejas, Cristo Jesús,
pudiera ser partícipe de semejante acción y que no puedo menos que el
considerarla inhumana. Sin embargo, como se dijo antes, todo esto tuvo lugar a
las mismas “puertas” de la central mundial de la Sociedad Watch Tower.
Percy está ahora muerto; murió mientras dormía el 3 de Febrero de 1984.
Durante los veinticinco meses que siguieron a su expulsión, ni una sola persona
de la congregación con la que él había estado asociado por 56 años vino a verle
o a interesarse por sus necesidades. (Un amigo mío que vive en la zona de Nueva
York lo visitaba semanalmente y finalmente, cuando los fondos de Percy se
fueron agotando, hizo arreglos para que consiguiera entrar en la residencia en
que murió.
Es triste saber de una persona sana, que no le hace daño a nadie, ser marginado por su modo de pensar. Pero todo nace del libro de mitos y fábulas judíos de la Edad del Bronce.
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