Las Buenas Nuevas



Las Buenas Nuevas


¿QUÉ SON LAS BUENAS NUEVAS?

 El apóstol Pablo escribió: “…las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe…” (Rom. 1:16). En toda las Escrituras Cristianas vamos a encontrar una coherencia textual con relación a las buenas nuevas, la fe y la salvación. Al primero que le fueron declaradas las buenas nuevas fue Abrahán, y fue como resultado de su fe. En Gálatas 3:8 leemos: “Ahora bien, la Escritura, viendo por anticipado que Dios declararía justa a gente de las naciones debido a fe, declaró las buenas nuevas de antemano a Abrahán, a saber: “Por medio de ti todas las naciones serán bendecidas” (Gén.15:6; 22:18; Heb. 11:17).

Esta profecía se cumplió cuando Jesucristo apareció en la Tierra como la descendencia prometida de Abrahán. Él fue el centro o la parte esencial de las buenas nuevas, como puede verse en sus palabras escritas en Juan 3:16 que dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. Aunque Dios siempre había mostrado amor por la humanidad, proveyendo sol y lluvia tan necesaria para la vida (Mat.5:45; Hech.14:16,17), ahora la humanidad comenzaría recibir las buenas noticias de que a través de su Hijo, todos los que ejercieran fe en él podían vivir eternamente.
El propio Jesús comenzó a anunciar estas buenas nuevas diciendo: “El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas” (Mar. 1:15). El reino de Dios se había acercado en el sentido que el Mesías prometido y futuro rey del reino de Dios estaba presente entre ellos (Dan. 9:25; Juan 1:41). Más tarde envió a sus discípulos a proclamar las mismas buenas nuevas entre los judíos (Mat. 10:5-7; Luc.10:1-12). Después de ascender a los cielos y sentarse como rey en el trono con su Padre, el espíritu santo fue derramado sobre sus discípulos para que anunciaran las buenas nuevas acerca de Jesucristo (Hech. 1:8; 5:42; 8:35; 2 Cor. 10:14). Sea que estas sean llamadas las buenas nuevas de Dios, las buenas nuevas del reino, las buenas nuevas de Jesucristo, las buenas nuevas de la bondad inmerecida de Dios, las buenas nuevas de la paz o las buenas nuevas eternas, todas las expresiones se refieren a las únicas buenas nuevas de salvación a través de nuestro Señor.
Básicamente, las buenas nuevas abarcan las enseñanzas que personalmente Jesús transmitió a otros, las cuales se encuentran en los evangelios. También incluye las que fueron entregadas por revelación a los apóstoles y a Santiago y Judas. (Gál. 1:12; Apo. 1:1). Las buenas nuevas expresan el amor de Dios y Cristo hacia la humanidad (Juan 3:16; 15:13; Rom. 5:5, 8; Efe. 2:4, 5; 1 Juan 4:10). Comunica la clase de amor que cada cristiano debe sentir a Dios, al prójimo y a la comunidad de hermanos en Cristo  (Mat. 22:37-40; Juan 13:35). Nos ordena que debemos amar tanto a amigos como enemigos como lo hace nuestro Padre Celestial. (Mat. 5:43-48; Luc. 6:27, 28; Rom. 12:17-20; 1 Tes. 5:15). Cuando una religión nos enseña que el amor depende de condiciones, y nos obliga a despreciar a los que abandonan nuestra fe sin importar que sean nuestros padres, hijos, abuelos, hermanos y amigos, estamos desobedeciendo las palabras de Jesús citadas en Mat. 5:43-48 y 22:39 citadas antes, y por tal acción estamos rechazando las buenas nuevas de Dios.
Sin percatarnos de lo que realmente nos está sucediendo, a través de las publicaciones de la Watchtower nos inculcan un sentimiento de superioridad sobre todos los que no son testigos de Jehová. Se nos enseña que necesitamos mantenernos separados del mundo, es decir del resto de la humanidad. Nos hacen creer que somos los únicos que tenemos el favor y la protección divina, que solo nosotros conocemos y vivimos la “verdad” y como resultado solo nosotros seremos salvados.   Basados no en las buenas nuevas de Cristo, sino en las palabras del salmista en el Salmo 139:21,22 nos exigen que odiemos y sintamos asco por todos aquellos de nuestros hermanos que descubren que las enseñanzas y normas de la Watchtower no son bíblicas.  (Atalaya 1/10/93 pág. 19 párr. 15)  Nos hacen sentirnos culpables de pecado por solo decir un ¡hola! a estos que se fueron y a los que fueron expulsados de la congregación. Nos inyectan miedo de ser excluidos de las personas amadas si desobedecemos las normas establecidas por hombres. Tristemente hemos sido esclavizados a estos hombres pero nos creemos libres. Llegamos a ser como aquellos cristianos del primer siglo que fueron esclavizados por falsos apóstoles y maestros. A estos cristianos Pablo les escribió: “Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres”. (1 Cor. 7:23) ¿Qué los llevó a llegar a ser esclavos después de haber sido libres en Cristo? Porque prestaron atención a unas buenas nuevas pervertidas.

OTRAS BUENAS NUEVAS

Ya en el tiempo de Pablo, había algunos cristianos que estaban pervirtiendo las buenas nuevas. Por ejemplo, él escribió a los gálatas: “Me maravillo de que tan pronto se les remueva de Aquel que los llamó con la bondad inmerecida de Cristo [y se les pase] a otra clase de buenas nuevas. 7 Pero no son otras; solo que hay algunos que les están causando dificultades y que quieren pervertir las buenas nuevas acerca del Cristo. 8 Sin embargo, aunque nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo [que fuera] más allá de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito. 9 Como hemos dicho más arriba, también vuelvo a decirlo ahora: Sea quien sea que les esté declarando como buenas nuevas algo más allá de lo que aceptaron, sea maldito”. (Gál. 1:6-9)
Algunos cristianos judíos procedentes de Judea se pusieron a enseñar a los cristianos gentiles que a menos que se circuncidaran conforme a la costumbre de Moisés, no podían ser salvados (Hech. 15:1). Evidentemente estos judaizantes no estaban contentos en la forma en que Pablo invitaba libremente a los gentiles a aceptar las buenas nuevas de Dios con solo creer en Cristo. Mientras Pablo les decía que los cristianos son justificados por fe en Cristo y no por ley, ellos enseñaban lo contrario y los confundieron. Posiblemente persuadieron a sus hermanos gentiles diciéndoles que venían bajo instrucción de los apóstoles en Jerusalén (Hech. 15:24). Pablo se ve en la necesidad de explicarles que las buenas nuevas predicadas por él es de origen divino, por lo que no contiene interpretaciones o modificaciones humanas, sino que les fueron reveladas por Jesucristo (Gál 1:11,12).
El Apóstol no consideraba estos judaizantes como simplemente cristianos errados, sino peligrosos falsos maestros. Su propósito era tan destructivo que Pablo se vio obligado a pronunciar palabras de maldición sobre ellos. Hay que tener presente, que echar una maldición sobre cualquiera que predicara un evangelio diferente del que los gálatas habían recibido, implicaba una maldición de parte de Dios (Gén. 3:14; Deu. 27:15-26; 28:16-19; 1 Cor. 16:22). Pero no fue solamente la congregación de Galacia la que fue corrompida. También en la congregación de Corinto se habían introducidos falsos hermanos disfrazados como apóstoles de Cristo, estos amenazaban con corromper a la congregación con doctrinas extrañas. En vista de esta situación Pablo les escribió lo siguiente: “Porque, como están las cosas, si alguien viene y predica a un Jesús que no sea el que nosotros predicamos, o si ustedes reciben un espíritu que no sea el que recibieron, o buenas nuevas que no sean las que aceptaron, con facilidad [lo] soportan” (2 Corintios 11:4).
Pero situaciones similares en mayor escala puede verse hoy en las enseñanzas de todas las religiones llamadas cristianas. Dentro de ellas hay personas devotas que son seducidas por muchos falsos maestros que han salido al mundo para corromper las buenas nuevas como menciona 1 Juan 4:1. Estos se autoproclaman profetas o presumen ser el conducto de Dios como es el caso del llamado “esclavo fiel y discreto”. Yo fui de esas personas devotas que puse toda mi confianza en cada una de las enseñanzas que venían de este “esclavo fiel”.  Como testigo de Jehová por más de 60 años me entregué totalmente a diseminar tales doctrinas. Ahora, al examinar las Escrituras y compararlas, puedo ver que la gran mayoría de estas doctrinas son una perversión de las verdaderas buenas nuevas.
Mencionaré solo dos o tres ejemplos breves de esta perversión, ya que en este blog se examinan a la luz de la Biblia varias de las doctrinas principales de los testigos de Jehová. Un ejemplo que puede ser comprobado con la Biblia y las propias publicaciones de la Watchtower es sobre el dios que aparecen en ellas. Enseñan sobre un dios que es parcial y exclusivista, uno que tiene obsesión y preferencia con un pequeño grupo de personas que se hacen llamar los ungidos. Por ejemplo, solo por mencionar algunas de las exclusivas bendiciones de este dios para este grupito. Proclaman que el Nuevo Testamento fue escrito mayormente para ellos (Atalaya 1/11/74 pág. 664 párr. 8). Solo ellos son hijos de Dios (Atalaya 15/1/15 págs. 16-17 párr. 16). Solo para ellos Cristo es mediador (Atalaya 1/4/80 pág. 32). Ese dios también tiene obstinación en destruir masivamente a todos los habitantes de la tierra con la excepción de los testigos de Jehová (Atalaya 03 15/12/03 págs. 18-19 párr. 20).
En cambio, el Dios que se describe en las buenas nuevas de Cristo no tiene favoritismos, basta que cualquiera en todo el mundo lo obedezca y practique la justicia para que él lo acepte. La Biblia al día dice en Hechos 10:34,35 “Pedro tomó la palabra, y dijo: Ahora comprendo que en realidad Dios no tiene favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia”. El apóstol Pablo confirma que entre los cristianos no hay un grupo superior a otro, ni tienen una esperanza diferente. Él dijo: “Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados [para formar] un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres, y a todos se nos hizo beber un solo espíritu” (1 Cor. 12:13). “No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una [persona] en unión con Cristo Jesús” (Gál. 3:28). Y en Efesios 4:4, 5 él escribió: “Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; 5 un Señor, una fe, un bautismo”.
De igual manera la Biblia no indica que Dios tenga la intención de aniquilar al género humano en una batalla. Contrariamente 2 Pedro 3:9 dice que él “no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”. Vea también Rom. 2:4. Sabemos por lo que dijo Jesús en Juan 3:36 que no todos obtendrán la salvación. Él dijo: “El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”.
Otro hecho cuestionable de la Watchtower con relación a las buenas nuevas, es que en sus publicaciones sobresale por encima de la fe y el amor la predicación. No es que se esté cuestionando de manera alguna la importancia de esta actividad, sino el motivo por la que lo hacen la mayoría de los testigos de Jehová. ¿Puede una persona llegar a ser testigo de Jehová solo con ejercer fe en Cristo, como fue el caso del carcelero de Pablo? Cuando este hombre preguntó a Pablo y a Silas: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”. La respuesta no fue que tenía que ser un publicador de las buenas nuevas, como es el caso entre los testigos de Jehová. Más bien le dijeron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa (Hech. 16:22-34). Mientras que las verdaderas buenas nuevas enfatizan la fe y el amor, la Watchtower lo hace con las obras (horas) de la predicación y otros “privilegios” de servicio.
Tengo una anécdota personar donde pude experimentar la realidad de la prominencia de las obras sobre la fe y el amor en los testigos de Jehová. Hasta los 13 años de edad yo fui un publicador muy activo en la predicación, la razón era que desde mi casa, en un pueblito rural había salida todos los sábados, por lo regular predicábamos desde las 10 de la mañana hasta 3 o 4 de la tarde.  Pero para ese tiempo, la congregación de doce publicadores se redujo a siete, y la congregación fue eliminada y nos pasaron a otra que estaba muy distante de mi casa. Ahora las salidas a la predicación desde mi casa se redujeron a un domingo al mes donde predicábamos un máximo de dos horas. Después de cumplir 14 años de edad me fui a vivir a una ciudad grande con mi madre y hermanastros que no eran testigos de Jehová. Yo llevaba mi tarjeta de publicador conmigo. En esta ciudad apenas conocía a una testigo que era la suegra de mi hermano mayor. Ella y yo fuimos a entregar mi tarjeta al siervo de congregación donde ella asistía, él después de examinarla se la devolvió alegando que no podía aceptarme porque bajaría el promedio de la congregación. Terminamos yendo a los otros dos siervos de congregación del área con la misma actitud, ningunos de los tres me aceptaba en “su congregación” porque mis “obras” no cumplía con sus normas humanas. Sobre mi fe y amor por Dios no vino a colación ni una sola vez.  Lo que justificaba la actitud de estos hombres, es que para aquel tiempo, se usaba una pizarra en la plataforma de cada salón a la que llamaban el “cuadro comparativo”. La pizarra contenía los doce meses del año con los promedios de cada mes de la actividad de la congregación. Un promedio de 10 horas reflejaba una congregación saludable y mis dos horas de promedio en la tarjeta era como un virus que la podía infestar. No hay duda que esta actitud general mostraba cuanto se habían alejado del espíritu de las buenas nuevas.
Las buenas nuevas nos enseñan que ejercer fe en Cristo, debe ser una decisión que se tome individual y voluntariamente como resultado de creer en él. Esta fe unida al amor es la que debe motivar a cada cristiano a decidir libremente y por convicción personal, cómo, dónde y en qué medida desea envolverse en la predicación de ellas. De acuerdo a las buenas nuevas, la fe tiene que estar primero en la persona, las buenas obras incluyendo la predicación viene después como resultado del amor. El deseo de ayudar a otros a conocer a Cristo debe venir espontáneamente del corazón, debe ser motivado por el amor y la compasión no por obligación. ¿Es esta la razón que motiva a los testigos de Jehová a participar en la predicación? Sabemos que no, porque la predicación es una actividad obligatoria para todo el que quiere ser testigo de Jehová o quiere mantenerse como tal. Pocos testigos de Jehová saben que el originador de la predicación obligatoria fue el tercer presidente de la Watchtower Joseph Rutherford. En 1922 él cambió la predicación verbal por la del mensaje impreso. Cuatro años después, también hizo obligatoria la predicación de casa en casa los domingos. ¿Aceptaron todos sus miembros estas nuevas medidas como la manera bíblica de predicar las buenas nuevas de Cristo? La realidad fue que hubo mucha oposición a estas normas, el mensaje impreso lo consideraron como una venta de libros.  Y la predicación de casa en casa los domingos recibió el rechazo de la mayoría de los miembros en las congregaciones. La historia, aunque parcializada en el libro Proclamadores reconoce que hubo congregaciones en algunos países que se quedaron con la mitad de sus miembros. Pero posiblemente hubo muchas congregaciones como la de Dublín, Irlanda que de cien miembros solo quedaron cuatro. (Proclamadores cap. 28 pág. 638)
La salvación es un regalo de Dios. Pablo lo explica en Efesios 2:8, 9 cuando dice: “Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios. No, no es debido a obras, a fin de que nadie tenga base para jactarse”. Un regalo es algo que se entrega sin pedir nada a cambio. Por lo que llegamos a ser cristianos mediante la bondad inmerecida de Dios y no como el resultado de obras de nuestra parte. Sin embargo, como gratitud, nos esforzamos por ayudar amorosamente a que otros obtengan esta provisión divina. Tristemente todas las religiones han comercializado con las buenas nuevas de salvación, la Watchtower lo ha estado haciendo desde su comienzo. El apóstol Juan exhortó lo siguiente en 1 Juan 4:1: “Queridos hermanos, no crean ustedes a todos los que dicen estar inspirados por Dios, sino pónganlos a prueba, a ver si el espíritu que hay en ellos es de Dios o no. Porque el mundo está lleno de falsos profetas”. (Dios habla hoy 1996)
Cuando los testigos de Jehová, de manera individual comprendan que esta exhortación también los incluye a ellos, y examinen sus enseñanzas a la luz de la Biblia, entonces conocerán la verdad que los libertará (Juan 8:32), las genuinas buenas nuevas de nuestro Señor Jesucristo.  Las buenas nuevas que fueron registradas por los escritores inspirados en la Biblia, y nadie, ni ángel, ni hombre, tiene el derecho de cambiarla para entregar un mensaje diferente o adicional al ya dado, al que Pablo llama “las buenas nuevas acerca del Cristo”. Estas no necesitan ajustes, ni modernización, ni puesta al día por hombres no inspirados de nuestro tiempo. Son las buenas nuevas que cualquier persona puede encontrar en la Biblia, sin estar subordinada a que se las comunique alguna publicación del día moderno, no es algo que sea incomprensible sin la ayuda de tales publicaciones. No se trata de un “mensaje especial” que se desarrolló después de los apóstoles y que tiene el efecto de hacer que la Biblia por sí misma sea insuficiente.
Si queremos adorar a Dios con espíritu y verdad como le mencionó Jesús a la samaritana que vendría el tiempo en que esta sería la única manera de adorar a Dios (Juan 4:24). No podemos permitir que sean otros los que nos hagan creer esto o aquello haciéndose dueños de nuestra fe y conciencia, quitándonos de esa manera nuestra libertad en Cristo (Gál 5:1). Pablo dijo en 2 Corintios 3:17 (LBLA): “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad”. Debemos usar esa libertad para llegar a nuestras propias conclusiones. Así lo aconseja la Palabra de Dios: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Rom. 12:2). 1 Corintios 7:23 nos dice: “Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres”. El que nos compró fue Cristo y no algún humano. Aunque hoy la mayoría de las personas se siente orgullosa de apoyar a su religión, sin importar lo que ésta hace, lo que enseña o hacia a donde los lleva, esta actitud no tiene el apoyo de las Escrituras.

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