De acuerdo con el Diccionario Expositivo de W. E. Vine, la palabra resurrección se vierte de la palabra griega anastasis (ἀνάστασις) que significa un levantamiento (ana, arriba, y jistemi, poner en pie). Esta es la palabra que se usa para resurrección por alrededor de 50 veces en las Escrituras Griegas Cristianas.
Razonando con la Biblia
1 Tesanolicenses 5:21 (LBA) Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente , retened lo bueno;
¿Qué enseña la Biblia sobre la resurrección de los muertos?
De acuerdo con el Diccionario Expositivo de W. E. Vine, la palabra resurrección se vierte de la palabra griega anastasis (ἀνάστασις) que significa un levantamiento (ana, arriba, y jistemi, poner en pie). Esta es la palabra que se usa para resurrección por alrededor de 50 veces en las Escrituras Griegas Cristianas.
¿Qué dice la Biblia sobre la segunda venida de cristo?
La
venida de Cristo se ha esperado por los últimos dos mil años, sin embargo, no
fue hasta el siglo 19 que hubo un reavivamiento de esta doctrina en la medida
que se iban formando diferentes grupos religiosos. Cada grupo trajo su propia
interpretación. Desde entonces, sus líderes han luchado en vano por conciliar
sus doctrinas con lo que realmente dice la Biblia acerca de este
acontecimiento. La causa se debe a que cuando se interpreta la Biblia de manera
literal y en el sentido gramatical que se corresponde, se tropieza con el
significado obvio de que estos pasajes bíblicos significan lo contrario de lo
que ellos enseñan. Uno de esos tropiezos está en las diferentes maneras de
traducir el termino griego “PAROUSIA”.
Por ejemplo, de
acuerdo con el Léxico griego de Thayer 3952, la palabra parousía la
define como: venida, llegada, adviento. Pero el Diccionario Expositivo de
Palabras del Nuevo Testamento de W. E. Vine bajo la palabra ADVENIMIENTO
dice: “PAROUSIA [...] denota tanto una llegada como una consiguiente presencia
con. Posiblemente la mayoría de los cristianos no vean ninguna diferencia entre
venida y presencia. Razonan que ambas se refieren por igual al regreso de
Cristo. Pero, debemos preguntarnos ¿Cómo esperaban los discípulos la parousia
de Cristo, como una llegada –venida– o una presencia? ¿Puede haber alguna
diferencia doctrinal entre venida y presencia?
¿VENIDA O PRESENCIA?
Debemos reconocer que los dos términos viene de la misma palabra
griega Parousia. No obstante, cuando investigamos, doctrinalmente
encontramos una gran diferencia en el significado entre venida y presencia. Los
testigos de Jehová en particular ponen el énfasis en “presencia” como el
principal significado bíblico correcto de parousía. En su traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras vierten como presencia las 24 veces que aparece parousía.
En contraste, la mayoría de los
traductores de la Biblia, prefieren usar venida y no presencia al traducir
parousía. Que se tenga conocimiento, solo hay dos traducciones desde la traducción
del Nuevo Testamento de Tyndale (Tyndale's New Testament) en 1535 hasta
la Traducción literal de la Santa Biblia de Robert Young
(Literal Translation of the Holy Bible de Robert Young) en
1862 que tradujeron parousía como presencia. Una de ellas fue la versión del
Evangelio de Mateo por Daniel Scott (Matthew’s Góspel por Daniel Scott)
en 1741 que presenta ‘presencia’ en las notas, pero mantiene la palabra
‘venida’ en el texto principal. La segunda fue la traducción del Nuevo
Testamento de Gilbert Wakefield (Gilbert Wakefield New Testament) en
1791 y revisada en 1795, aun así, solo tradujo parousía como presencia en Mateo
24:39.
El primer traductor del siglo 19 que tradujo parousía como
presencia en el capítulo 24 de Mateo, probablemente fue Robert Young en su Traducción
literal de la Santa Biblia de 1862 (Robert Young Literal Translation of the
Holy Bible de 1862). La razón de esto fue, que él intentó presentar los
significados estrictamente literales de las palabras griegas, en lugar de
expresarlos en idioma moderno. Dos años más tarde lo hizo Benjamin Wilson en El Diaglotón Enfático de 1864 (The
Emphatic Diaglott 1864). Wilson tradujo parousía como “presencia” las 24
ocasiones que aparece en el Nuevo Testamento. También lo hizo el Nuevo
Testamento Enfatizado (The Emphasized New Testament) por Joseph B.
Rotherham en 1872. Rotherham da la explicación en el apéndice de la tercera edición
de 1897 de por qué usó presencia y no venida. Indica que al menos en parte,
había llegado a aceptar la idea de la “venida en dos etapas”. Posiblemente para usted, esta idea de una
venida de Cristo en dos etapas nunca la había escuchado. Pero aquí está la diferencia
doctrinal entre venida y presencia. ¿Cómo
presenta la Biblia la venida de Cristo, como un solo acto o como un proceso de
varias etapas?
LA VENIDA EN DOS ETAPAS
Se dice que el origen de esta doctrina se remonta al año
1830 en Port Glasgow una ciudad de Irlanda. En este lugar Margaret McDonald de
15 años, –según ella– recibió una revelación donde le decía que la segunda
venida de Cristo tendría lugar en dos etapas, refiriéndose a que regresaría dos
veces y no una. La primera sería en secreto –como una presencia invisible– para
recoger a un grupo de creyentes "preparados y selectos", estos serían
llevados al cielo para ir al encuentro del Señor antes de la aparición del
anticristo. Y la segunda etapa, seria después de la gran tribulación, al venir
Jesús con sus santos. Esta gran tribulación será seguida por un Reino mesiánico
de mil años. A esta idea se le llamó el
“rapto secreto”, pretribulacionismo y dispensacionalistas premilenaristas.
Cabe destacar que esta fue la primera vez que se dividió en
dos la segunda venida de Cristo. Este
nuevo concepto comenzó a manifestarse en la Iglesia Católica Apostólica
dirigida por Edward Irving en Londres, Inglaterra, y en el movimiento llamado
los Hermanos de Plymouth dirigido por John Nelson Darby en Plymouth,
Inglaterra.
Aunque los adventistas de nuestros días no aceptan la idea
del rapto secreto, si hubo adventistas en el siglo 19 que creyeron en la idea
de Irving y Darby. Estos fueron Benjamin Wallace Keith y Nelson Barbour. Pensaban
que la primera etapa fue cuando Cristo se hizo presente de manera invisible en
1874, posteriormente Barbour publicó en el Herald of the Morning (El Heraldo de
la Mañana) que estaba convencido que la segunda etapa seria en 1896, cuando
Cristo se haría visible.
Durante ese tiempo Barbour logró convencer a Charles T Russell, primer presidente de la Watch Tower,
de que la presencia invisible de Cristo había comenzado en 1874. (Proclamadores
cap. 5 pág. 47). Para 1920 había pasado ya
46 años sin que nada indicara que Cristo había estado presente desde 1874.
Después de 1874 pasaron décadas sin evidencia alguna de que Cristo había estado
presente desde esa fecha. En 1920 aprovechando que en 1914 comenzó una guerra
sin precedente en el mundo, el segundo presidente de la Sociedad Watch Tower
Joseph F Rutherford sin base bíblica trasladó la fecha de 1874 para 1914 como
el comienzo de la presencia de Cristo. A sabiendas o no, abiertamente adoptó la
enseñanza del “rapto secreto” después de hacerlo varios ajustes. ¿Por qué se
puede afirmar tal hecho?
Recordemos
que en el “rapto secreto” de Irving
y Darby, se compone de
una primera etapa que consiste en que Cristo se misteriosamente lleva al cielo
a los “creyentes selectos”. Y la segunda etapa viene a destruir a los impíos en
la gran tribulación. Ahora examinemos en que consiste la segunda venida de
Cristo para los testigos de Jehová.
Ellos enseñan que Cristo ha estado secretamente presente de
manera invisible y repentina desde 1914 cuando comenzó a reinar. Tal fecha no
se contempla en el rapto secreto esta fue una invención al trasladar el
cumplimiento de la señal de Mateo
24:3-25:46 a 1914 (Proclamadores cap. 33
pág. 713). Note que dicen que Cristo ha estado presente desde 1914, pero la
presencia de alguien en un lugar, requiere forzosamente el haber venido antes y
ellos intencionalmente lo pasan por alto.
Ahora bien, la enseñanza que aparece en la Atalaya 1 de noviembre de 1979 pág. 29 párr. 10 es muy similar a la Irving y
Darby. En la Atalaya se dice que en la primavera de 1918 Cristo vino a llevarse
secretamente al cielo a todos los que habían muertos en Cristo. En una segunda
etapa, Cristo vendrá y durante la gran tribulación destruirá a toda la humanidad menos a los testigos de
Jehová (Atalaya 1/3/04 pág. 16).
La
entera doctrina contradice abiertamente la razón principal de la segunda venida
de Cristo,[1] así como lo evidente que solo
es “un regreso” o venida. Así lo hace saber Pablo cuando escribió en Hebreos
9:28 lo siguiente: “también Cristo fue ofrecido
en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes
lo esperan” (Nueva
Version Internacional). Considerándolo como lo enseña los testigos de Jehová,
tenemos que aceptar que Cristo ha estado presente —sin haber venido— por unos
106 años hasta nuestro año 2020, y seguirá presente hasta su venida. ¡Verdaderamente
inexplicable!
Antes cité a W.E. Vine (William Edwy Vine) quien escribió el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo
Testamento. Recordamos que en su diccionario él tradujo la palabra griega
parousía con el significado principal de presencia. Posiblemente la razón que
lo motivó a hacerlo, fue para apoyar sus puntos de vistas teológicos. Vine fue uno
de los más firmes defensores de la doctrina del “rapto secreto” del siglo
veinte. Esto se puede ver al leer la definición completa bajo “ADVENIMIENTO” en
su diccionario. Dice: “… Cuando se usa del retorno de Cristo, en el
Arrebatamiento de la Iglesia, significa no meramente su llegada momentánea a
por sus santos, sino su presencia con ellos desde aquel momento hasta su
revelación y manifestación al mundo”. Ya hemos visto que los testigos de
Jehová comparten los mismos puntos de vista de Vine. No obstante, lo importante
debería ser como lo presenta la Biblia, si como una venida o una presencia.
LO QUE DICE LA BIBLIA
La
noche antes de morir, Jesucristo hizo la promesa a sus apóstoles que él
regresaría. Sus discípulos están desconsolados, su Señor les acaba de decir que
solo estará un poco más de tiempo con ellos y no pueden ir a donde él va. En
otras palabras, les está anunciando su inminente muerte. Seguidamente, Jesús
les dice las siguientes palabras de consuelo: “No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe en Dios,
ejerzan fe también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay
muchas moradas. De otra manera, se lo hubiera dicho a ustedes, porque voy a
preparar un lugar para ustedes. 3 También, si prosigo mi
camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí
mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes. 4 Y
a donde yo voy ustedes saben el camino”. …“No los dejaré desconsolados. Vengo a
ustedes”. … “Oyeron que les dije: Me voy y vengo [otra vez] a ustedes”. … (Jn 14:1-3, 18, 28ª TNM
1987). La versión de la Biblia; Dios Habla Hoy
traduce el versículo tres de esta manera: “Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para
llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a
estar”.
Las expresiones vengo otra vez y vengo a ustedes usadas por Cristo parece ser una clara referencia a su
segunda venida. Si este es el caso, podemos ver la parousía aplicada en un sentido
más cercano a venida que presencia. De la misma manera, cuando Jesús dice: ‘vendré
otra vez para llevarlos conmigo’, sugiere que su venida es un solo suceso.
Para considerar una presencia indefinida tendría que haber dicho: ‘vendré
para estar con ustedes’, pero no fue eso lo que dijo. No hay ninguna razón
para dudar que Cristo cumpliría su promesa de regresar por sus discípulos,
pero, ¿cuándo lo haría?
NI EL DÍA NI LA HORA
Cuando investigamos en profundidad en las Escrituras
Cristianas con relación a la segunda venida de Cristo, pudiéramos quedar
asombrados de la prominencia que está da a este acontecimiento. Nuestro señor
habló de ella, fue proclamada extensamente
por los apóstoles y creída y esperada por todos los cristianos de aquel tiempo.
Entonces, si aquellos cristianos esperaban la venida de
Cristo en su tiempo; ¿significa que sabían ellos cuando él vendría? Hoy día lo
que más pregonan los líderes religiosos, son las advertencias dadas por Cristo
a sus discípulos de mantenerse alerta, estar listos y despiertos porque no
sabemos ni el día ni la hora de su venida, esta será como un ladrón que nadie
espera. No se puede negar que tal advertencia es bíblica, fue Jesucristo la que
la proclamó y Pablo y Pedro lo repitieron en sus escritos (Mat 24:42, 44; 25:3;
Mar 13:33; Luc 21:36 1 Tes 2:1,2; 2 Ped 3:10)[2].
Hasta hoy, llevamos casi dos milenios esperando ese regreso
inmediato de nuestro Señor. Aun así, por un lado se mantiene por muchos
cristianos la firme convicción de su inminente venida, por el otro, seguimos
sin saber ni el día ni la hora que vendrá. De manera que no se puede descartar
otra espera prolongada que se pueda extender por cientos o hasta miles de años
más.
El caso es que una espera indefinida de un suceso futuro como
este no tiene precedente en la Biblia. En las profecías de sucesos futuros,
siempre se daba un tiempo determinado para su cumplimiento aunque no se diera ni
el día ni la hora. De modo que la gente podía hacer cálculos aproximados de
cuando acontecería. Tenemos el caso del diluvio del día de Noé. En Génesis 6:3
Jehová le dijo a Noé que solamente toleraría aquella gente inicua por solo 120
años[3].
Noé posiblemente dedicó aproximadamente la mitad de este tiempo a construir el
arca y siete días antes del diluvio Jehová le dijo que entrara en el arca (Gén
7:4). Aun así a Noé no se le informó en qué parte del día comenzaría a llover.
A Abrahán se le dijo que su descendencia llegaría a ser
residente forastera en tierra ajena por cuatrocientos años (Gén
15:13). Esto
se cumplió en 1513 a.E.C. cuando salieron de Egipto. Que el pueblo rebelde de
Israel vagaría por el desierto por cuarenta años (Núm 14:34), al
final de este tiempo entraron en Canaán. También se profetizó que Israel
saldría libre de Babilonia después de setenta años (Jer 25:11;
Dan 9:2). Y
por último, se dijo con antelación el tiempo que el Mesías llegaría y así
sucedió (Dan 9:25,26). Los involucrados en estos ejemplos no sabían exactamente
qué día llegaría el cumplimiento, pero estaban seguros de que se cumpliría dentro
del tiempo señalado. De manera que es comprensible preguntarnos: Siendo la
segunda venida de Cristo, el acontecimiento más importante en la historia
humana, ¿por qué se dejaría en absoluta oscuridad el tiempo de su cumplimiento?
¿Sabían o no los primeros cristianos cuándo sería la venida de Cristo?
Algunos comentaristas de la
Biblia opinan que la expresión “ni el día ni la hora” usada por Jesús, abarca
toda medición de tiempo con relación a su venida. Pero no pocos pasajes de las
Escrituras Cristianas parece contradecirlos. Veamos a ver qué conclusión puede
llevarnos las siguientes dos parábolas de Jesús con relación a su venida. La
primera se encuentra en Marcos 13, el versículo 35 él dijo: “Por lo tanto, manténganse alerta, porque no saben
cuándo viene el amo de la casa, si tarde en el día o a medianoche o al canto
del gallo o muy de mañana;”. La
segunda es su parábola de las 10 vírgenes registrada en Mateo 25:1-12. La
parábola sugiere que el novio vendría entre el oscurecer y la media noche.
De manera que la enseñanza no
parece estar concentrado en el tiempo en sí, sino más bien en el estar siempre
en una actitud de espera. Poniéndonos en el lugar de un esclavo que espera la
llegada anunciada del amo para cierto día y hora. La tendencia natural seria a despreocuparnos
hasta que estuviera cerca la hora de su llegada. Eso lo vemos en el ejemplo de
las 5 vírgenes necias, ellas no se preocuparon por los imprevistos que pudieran
surgir. En este caso el novio llegó más tarde de los esperado y se quedaron sin
aceite para sus lámparas. De manera que la enseñanza de las dos ilustraciones
nos ayudan a mantenernos atentos en todo tiempo. En adelante vamos a analizar varios
pasajes con relación a la venida de Cristo. Para tener la comprensión correcta de
lo que ellos enseñan, debemos interpretarlos de la manera que se presentaron, literal
y dentro de su contexto.
ANTES DE TERMINAR LA PREDICACIÓN
El primer pasaje que
encontramos haciendo una mención clara de la segunda venida está en Mateo 10:23
donde Cristo dijo: “Cuando
los persigan en una ciudad, huyan a otra; porque les aseguro que de ninguna
manera van a terminar de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que
llegue el Hijo del Hombre”. ¿A quiénes les
estaba dando estas instrucciones? A sus doce apóstoles (Jn 10:5). A
estos los envió a predicar a las ciudades de Israel únicamente. Para asegurarse
que así fuera les dijo: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en
ciudad samaritana; sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de
la casa de Israel” (Jn 10: 6).
No podemos rehuir el hecho, de que las palabras de Jesús en
Mateo 10:23 produce la impresión de que solo se cuenta con un breve tiempo para
su venida. Es evidente que la proximidad apremiante de tal suceso es la razón
de que los apóstoles no alcancen de terminar de predicar todas las ciudades de
Israel.
Aunque es patente, que este pasaje limita la predicación de los apóstoles a las
ciudades de Israel, el CG lo interpreta deliberadamente de manera diferente. En
la Atalaya 1 de agosto de 1987 págs 8, 9 explican lo siguiente: “Es verdad que
Jesús dio esta instrucción, advertencia y estímulo a sus 12 apóstoles, pero
también era para los que participarían en la predicación mundial después de su
muerte y resurrección. ...“Por eso, cuando Jesús dijo que sus discípulos no
completarían su circuito de predicación “hasta que llegue el Hijo del hombre”,
estaba diciéndonos, proféticamente, que sus discípulos no completarían el
circuito de toda la Tierra habitada con la predicación del Reino establecido de
Dios antes que el glorificado Rey Jesucristo llegara como el funcionario
encargado de ejecutar el juicio de Jehová en Armagedón”.
Ni de lejos puede encontrarse un cumplimento profético en
estas palabras de Cristo. Además, si nos basamos en sus propias reglas, esta
interpretación queda descartada. En la Atalaya 15 de marzo de 2015 pág. 18 párr. 3 dice: ““…¿cómo podemos saber si un relato de la Biblia
es un modelo de algo que ocurrirá en el futuro? El método más sabio es el
siguiente: si la Biblia dice que una persona, un acontecimiento o un objeto
tiene cumplimiento profético, lo aceptamos. Pero si no lo dice,
no tenemos razones para buscar tipos y antitipos en las historias
bíblicas”.
En cualquier caso, el solo hecho
de Jesús no permitir predicarles a los samaritanos y gentiles, descarta toda
posibilidad de un segundo cumplimiento a escala mundial en nuestros días. Por
otro lado, el mensaje que predicaban lo limita solo a aquel tiempo. Este mensaje
decía: “‘El Reino de los
cielos se ha acercado’” (Mat 10:7). Y
Mateo 4:17b amplía el mensaje al decir: “…Arrepiéntanse,
porque el reino de los cielos se ha acercado”.
¿Qué sentido tendría anunciarles a los judíos del primer
siglo que se arrepintieran, porque el reino de Dios se había acercado a ellos
si no habría de aparecer hasta 1914 de acuerdo con la doctrina de los TJ? Esa
predicación hubiera sido un fraude. Hoy
sabemos que el apremio de aquella predicación era por la destrucción de
Jerusalén en el 70 E.C., acontecimiento unido a la llegada del Hijo del Hombre,
Jesucristo.
LA SEÑAL DE SU VENIDA
Ahora pasamos a considerar la declaración más completa y más
clara de nuestro Señor tocante a su venida. Se le suele llamar el discurso o
conversación del Monte de los Olivos. Este se encuentra en Mateo 24 y 25,
Marcos 13 y Lucas 21.
La conversación comenzó a las afueras del templo en
Jerusalén. El evangelio de Marcos 13:1, 2 nos narra lo
que sucedió, dice: “Al ir saliendo él del templo, uno de sus discípulos le dijo:
“Maestro, ¡mira!, ¡qué clase de piedras y qué clase de edificios!”. Sin
embargo, Jesús le dijo: “¿Contemplas estos grandes edificios? De ningún modo se
dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada”. La admiración de los
discípulos por el tempo estaba justificada. El templo era la construcción más grande en el mundo
de aquel tiempo, tres veces mayor que el templo de Salomón. Se dice que en la
época de la Pascua podían haber más de 250,000 personas en su recinto. Algunas
fuentes dicen que cada piedra podía medir 35 pies de largo, por 15 pies de
ancho y 10 pies de alto. Pero para los judíos, lo más importante del templo consistía
en que era su único lugar de adoración a Dios.
El que todo este hermoso templo iba a ser destruido
completamente, tuvo que haber ocasionado un gran impacto en las mentes de estos
discípulos. Seguramente mientras caminaban al monte de
los Olivos desde el templo, sus mentes estaban llenas de confusión e
interrogantes, por lo que al llegar le preguntan: “Dinos, ¿cuándo pasarán esas
cosas, y qué señal habrá de que todas esas cosas van a llegar a su conclusión?”
(Mar 13:4). En el evangelio de Lucas la pregunta es
similar pero no en el de Mateo. En Mateo 24:3b dice: “Dinos, ¿cuándo pasarán esas
cosas, y qué señal habrá de tu presencia y de la conclusión del sistema?”. La Biblia de las Américas lo traduce de la siguiente
manera: “Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál
será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo?”. Observemos que Mateo en su evangelio agregó
una parte de la pregunta que faltó en los otros dos evangelios, esta era: “y
cuál será la señal de tu venida”.
No
podemos pasar por alto que la base para estas preguntas es la destrucción del
templo. Por lo que no deberíamos añadir nada fuera de la conversación de Jesús
con sus discípulos. Su petición era una señal que los ayudara a determinar cuándo concluirá todas estas cosas. Debemos
entender que se referían a la destrucción del templo, a su venida y a la
conclusión del sistema. Parece que ellos consideraban que la destrucción del
Jerusalén y su templo coincidían con la venida del Señor. Es razonable que sea
así por la forma en que hicieron la pregunta.
Cuando
leemos la respuesta de Jesús en estos pasajes de los evangelios, notamos que él
le dio una señal con varios rasgos que ellos deberían observar. El cumplimiento
de estas partes de la señal, les iría indicando el tiempo en que sucedería
todas estas cosas. Debemos tener presenta, que en esta señal hay aspectos que
no vamos a entender. La razón es que fue dada en solicitud de aquellos
discípulos no de nosotros. Hay que suponer que ellos verían cosas, tanto visibles
como invisibles que nosotros desconocemos. Pero el aspecto más distintivo que marcaría
el tiempo en que la señal se cumpliría se encuentra en lo que dice Mateo 24:34:
“En verdad les digo
que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.
LA GENERACIÓN QUE NO PASARÁ
¿A qué se refería Jesús cuando dijo, “No pasará esta
generación”? El Diccionario Expositivo de palabras del Nuevo Testamento
exhaustivo de W. E. Vine comenta sobre la palabra griega genea (γενεά,
1074), vertida en español como generación. Dice: miembros sucesivos de una
genealogía (Mt 1:17), o una raza de gentes, poseyendo características o
llamamientos similares. O de toda la multitud de personas viviendo en el mismo
período.
Esta definición concuerda con la manera como Cristo
llamó varias veces al conjunto de judíos opositores de su tiempo; se refirió a
ella como “generación inicua y adúltera”, incrédula y perversa (Mat
12:39; 16:4; 17:17; Luc 11:29) Esta sería la generación que lo rechazaría y le daría muerte
(Luc 17:25). También sería la generación que
no pasaría sin que se cumpliera toda la se
En Marcos 8:38 él parece enlazar aquella generación
inicua con su venida, él dijo: “Porque el que se avergüence de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se
avergonzará de él cuando llegue en la gloria de su Padre con los santos
ángeles”.
Observemos que Cristo no dice; el que se avergüence de mí en esta vida,
como lo interpretan algunos comentaristas bíblicos, él fue enfático al decir,
“el que lo haga en ‘esta generación’ yo haré lo mismo cuando llegue”. Tal
declaración nos lleva a pensar, que aquellos discípulos sabían más de lo que
nos imaginamos con relación a la venida de Cristo. También estaban al tanto,
que aquel sistema judío estaba por terminar (Gál 1:4).
Los testigos de Jehová reconocen que la generación que no pasaría
de Mateo 24:34 era aquella generación contemporánea de Jesús. Pero plantean un
doble cumplimiento, es decir que Jesús se refería a dos generaciones, a la de
los judíos del primer siglo y a otra que comenzó en 1914 (Atalaya 1/1/79 págs. 30-31).
¿A cuál quiso decir Jesús, o se
refería a las dos? El registro histórico nos da prueba que la generación de
aquellos judíos se prolongó por 37 años más, hasta el 70 E.C. La generación de
los testigos de Jehová ha pasado varias veces sin ver el fin anunciado por
ellos. Ha caido en el descredito cada vez que han fracasado.
Por ejemplo, ellos consideraban que en el siglo 20, al
igual que en los días de Moisés, la vida de una persona que vivía en condiciones
favorables podía llegar a los setenta u ochenta años (Sal 90:10). Basados en
este razonamiento, estuvieron enseñando hasta el año 1969, que tal generación tendría que estar
compuesta por los jóvenes que tenían unos 15 años en 1914[4]. Para 1981 cambiaron la
generación para los que tenían 10 años[5]. En 1984 a los que eran
infantes[6]. Para 1988 eran los que
habían nacido en 1914[7]. En vista de que ya era
imposible extender más el tiempo de una generación, se inventaron una fuera de
todo sentido común, la generación traslapada entre sus ‘ungidos’[8]. Es un hecho comprobado que
su interpretación de la generación que no pasará no ha pasado la prueba
bíblica, por lo que es una falsa enseñanza.
ANTES QUE MUERAN TODOS LOS APÓSTOLES
El evangelio de Mateo tiene otro pasaje que parece indicar lo
mismo que los anteriores, es decir un regreso de Cristo dentro de un período de
tiempo específico y limitado. Este se encuentra en Mateo 16:27, 28 (BTX) dice: “Porque el Hijo
del Hombre está al venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces
recompensará a cada uno según su conducta. De cierto os digo que hay algunos de
los que están aquí, que de ningún modo gustarán la muerte hasta que hayan visto
al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.
Grupos cristianos
difieren en la interpretación de estas palabras. Piensan que pudo referirse a
su muerte y resurrección, al
Pentecostés, a la destrucción de Jerusalén en 70 E.C., a la transfiguración de
Cristo y también a la segunda venida. Pero esta última es descartada, porque
según alegan, todos los apóstoles murieron sin presenciarla.
La interpretación escogida por los testigos de Jehová ha
sido la transfiguración de Cristo. Sobre este suceso Mateo 17:1-5 nos dice: “Seis días
después Jesús tomó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan su hermano, y los
llevó a una montaña encumbrada donde estuvieron solos. Y fue transfigurado
delante de ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus prendas de vestir
exteriores se hicieron esplendorosas como la luz. Y, ¡mire!, se les aparecieron
Moisés y Elías, que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús:
“Señor, es excelente que estemos aquí. Si quieres, erigiré aquí tres tiendas:
una para ti y una para Moisés y una para Elías”. Mientras él todavía hablaba,
¡mire!, una nube brillante los cubrió con su sombra, y, ¡mire!, una voz
procedente de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he
aprobado; escúchenle”.”
Así lo interpretan
ellos: En
cuestión de días, esas palabras de Jesús se cumplieron. Llevando consigo a los
apóstoles Pedro, Santiago y Juan, el Hijo de Dios subió a una alta montaña,
probablemente Hermón. En algún ramal corto de esta montaña sucedió lo
siguiente: “[Jesús] fue transfigurado delante de ellos, y su rostro
resplandeció como el sol, y sus prendas exteriores de vestir se hicieron
esplendorosas como la luz.” Así, a los tres apóstoles se les confirmó que la
venida de Jesús en el poder del Reino ciertamente sería gloriosa. Entonces se
formó una “nube brillante” y de ella salió una voz que dijo: “Éste es mi Hijo,
el amado, a quien he aprobado; escúchenle.”—Mateo 17:1-5. (Escogiendo
el mejor modo de vivir cap. 3 págs. 36-37 párr. 19)
Esta interpretación es ridícula, es tan
inverosímil y artificial suponer que sus palabras; “algunos de los que están
aquí no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios” se refería a un
suceso que verían solo seis días después, cuando lógicamente todos ellos, no
algunos todavía vivirían. Además, ¿cómo podía la transfiguración representar su
venida si esta seria en la gloria de su
Padre y acompañada con ángeles donde se haría un juicio para recompensar a cada
uno conforme a sus hechos como muestra Mateo 16:27?
Jamás podía haber pasado por la
mente de los apóstoles que el Señor se refería a la transfiguración. La forma misma de la expresión muestra que el
suceso del que se habla no podía ser dentro de seis días, más bien encajaría en
un período de tiempo más largo, de varios años, donde poco a poco de forma
natural o no irían muriendo los apóstoles hasta solo quedar algunos tal como
sucedió en el caso de Juan. Los apóstoles no entendieron que Cristo se refería a
la transfiguración. Lo sabemos por el relato que aparece en Juan 21:20-23,
donde dice: “Volviéndose, Pedro vio al discípulo a quien Jesús amaba, que venía
siguiendo, el que en la cena también se había recostado sobre su pecho y dicho:
“Señor, ¿quién es el que te traiciona?”. Por eso, cuando alcanzó a verlo, Pedro
dijo a Jesús: “Señor, ¿qué [hará] este?”. Jesús le dijo: “Si es mi voluntad que
él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso? Tú continúa
siguiéndome”. Por consiguiente, entre los hermanos salió este dicho: que aquel
discípulo no moriría. Sin embargo, Jesús no le dijo que no moriría, sino: “Si
es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?”.
Jamieson, Fausset y Brown
comentan que Cristo quiso corregir el malentendido entre los hermanos de que
Juan no moriría, pero en el pasaje la única corrección que se hace es a Pedro,
y fue para que no se meta en lo que no le incumbe. Cristo no aclara la
situación sobre Juan, pero es un hecho que los demás lo aplicaron a Juan tal
como realmente sucedió.
Pero el punto central de la conversación, es que la segunda venida de Jesús acontecería
mientras todavía alguno de ellos vivieran, sugiriendo que solo pasarían algunos
años y no siglos.
DENTRO DE POCO ME VERAN
Otra evidencia
bíblica que parece indicar que el regreso de Cristo era inminente, está en una
conversación íntimamente emocional con sus amados discípulos antes de su muerte.
Recordemos que más de tres años atrás estos discípulos habían dejado
todas las cosas para seguir día y noche al Señor—Mat 19:27. Debió ser impactante para ellos escuchar a su maestro decir:
‘No pueden venir
adonde yo voy’ —Jn 13:33.
Su tristeza
era evidente para Jesús. Para tranquilizarlos los anima con la siguiente
promesa: “No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe
también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De otra manera, se lo
hubiera dicho a ustedes, porque voy a preparar un lugar para ustedes. También,
si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en
casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes. … No los dejaré
desconsolados. Vengo a ustedes. … Oyeron que les dije: Me voy y vengo [otra vez] a ustedes.” (Jn 14:1-3, 18, 28).
Como
vemos, regresaría por ellos después de prepararles un lugar en el cielo para
estar juntos nuevamente. ¿Les dijo cuando regresaría? Mas adelante en la
conversación lo hizo. En Juan 16:16 les dijo: “Dentro de poco no me contemplarán más, y,
otra vez, dentro de poco me verán. La Nueva Version Internacional lo
traduce así: “Dentro
de poco ya no me verán; pero un poco después volverán a verme”.
Algunos comentaristas bíblicos consideran que Cristo se
refería a que lo volverían a ver al resucitar tres días más tarde. Pero esto no
se ajusta a la promesa de regresar por ellos para llevárselos al cielo. Conocemos
que décadas después de Cristo regresar al cielo los apóstoles todavía
permanecían vivos en la tierra. Es más, aproximadamente unos 30 años después de
la muerte de Cristo, el apóstol Pablo reafirmó dicha promesa al escribir su
carta a los hebreos. En Hebreos 10: 37 él escribió: “Porque aún “un poquito de tiempo”, y “el
que viene llegará y no tardará”.
Algunos
del Nuevo Testamento nos indican que, los apóstoles y demás cristianos creían
que la venida de su Señor era un suceso que acontecería en sus días, que ya estaba a las puertas (Filip. 4:5; 1 Tes. 3:13; 5:23; 1 Tim. 6:14; Heb. 10:25; Sant. 5:7-9). Hasta algunos cristianos de
Tesalónica llegaron a creer a algunos que decían que la venida de Cristo ya
había acontecido. Se
hace evidente por lo que Pablo les escribió en 2 Tes 2:1,2 LBA, él les dijo:
“Pero
con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con
él, os rogamos, hermanos, 2 que no seáis sacudidos fácilmente en
vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por
carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha
llegado.”
Un hecho que posiblemente muchos hemos pasado por alto, es
que el Nuevo Testamento no se escribió para nosotros, aunque por extensión y en
principio nos aplica. Al leer los evangelios podemos darnos cuenta de que las
enseñanzas de Jesús fueron directamente para sus apóstoles y aquellas muchedumbres
que lo escuchaban. Las cartas apostólicas fueron dirigidas a los cristianos de
aquellas congregaciones en el primer siglo. A veces estas cartas tenían el
propósito de tratar un asunto particular de la congregación a quien iba
dirigida o simplemente para dar estímulo a aquellos cristianos.
CONCLUSIÓN
Tal
como se ha analizado, aunque tanto el término venida como presencia se traduce
de la misma palabra griega Parousia, hay una gran diferencia doctrinal en cómo
se interpreta la venida de Cristo en ambos casos. Tomando como ejemplo el uso
de parousía en Mateo 24:3, este no
puede referirse a una “presencia invisible” como si se tratase de una “venida
en dos o más etapas”. Este concepto tomado por los testigos de Jehová de
promotores del rapto secreto a principios del siglo 19, no solo lo hace
inadecuado por su origen oscuro, más bien es por su contradicción con la
enseñanza bíblica que muestra que la venida de Cristo es un solo acto, donde
regresa a buscar a los fieles y viene con sus santos ángeles para hacer juicio
(Juan 14:1-3, 18, 28; 16:16; Mateo 16:27).
Pero, supongamos que aplicamos la expresión técnica de
Parousía que se usaba en Oriente para designar la llegada o presencia de un rey
o emperador a la venida de Cristo. Cada vez que un rey o emperador anunciaba
una visita a una ciudad, se producían acontecimientos singulares en ella. Las
calles se reparaban, las multitudes se congregaban para rendir homenaje al
emperador, había procesiones, toque de trompetas, aclamaciones, discursos,
regalos y festejos. A menudo una nueva era se contaba a partir de la parousía del emperador, y se acuñaban
monedas para conmemorarla. Preguntémonos, ¿qué eventos importantes visibles
hemos presenciado en el mundo a partir de 1914, fecha que los testigos de
Jehová toman para la presencia de Cristo?
En cambio, si la venida de Cristo hubiera sido antes de que
terminara la predicación a las ciudades de Israel, dentro de la generación
judía contemporánea con Cristo. Y mientras que todavía vivía alguno de los
apóstoles y alrededor del poco tiempo que Cristo les prometió a sus discípulos
que regresaría, entonces no hay evidencia más visible de su venida que la
destrucción del templo en Jerusalén y la desaparición del pueblo judío como el
pueblo de Dios.
Naturalmente, debemos reconocer que aun con las evidencias
consideradas donde parece sugerir que la venida de Cristo aconteció en el siglo
primero, nadie puede afirmarlo categóricamente ya que la Biblia guarda silencio
en cuanto a si realmente sucedió o no. Pero eso no impide que personalmente
analicemos las evidencias y lleguemos a nuestras propias conclusiones y
actuemos en conformidad con la fe que pongamos en ellas.
NOTAS
[1] Es cierto que las
Escrituras menciona que en la segunda venida de Cristo habrá un “día de
juicio”, pero no tiene nada que ver con
el fin de la humanidad como enseña los testigos de Jehová y demás religiones.
[3]
La mayoría de los comentaristas bíblicos coinciden en afirmar que los 120 años
se refiere a la duración de la vida del hombre. Pero esto no es posible, debido
a que la gente siguió viviendo mucho más años. Incluso Moisés murió a los 123
años unos 9 siglos después del diluvio.
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